¿Qué sucede al vincular programas de crianza a los chequeos rutinarios de salud infantil?

Lunes, 19/11/2018
Por Susan Walker, Directora del Caribbean Institute for Health, quien dirige el Grupo de Investigación de Desarrollo Infantil en la Unidad de Investigación de Epidemiología.
Susan Walker / BID

Integrar los programas de desarrollo infantil temprano con los servicios de salud puede ser una manera de llegar a un número mayor de los millones de niños y familias necesitadas. Es esencial comprender cómo realizar este trabajo para que los programas sean efectivos y viables. Sin embargo, es poca la información que existe para guiar el proceso de integración de modo que pueda aplicarse a gran escala.

Los chequeos de salud rutinarios y el desarrollo infantil

Diseñar un programa capaz de ser fácilmente integrado a los servicios de salud puede ser complicado, especialmente ante las exigencias de tiempo y de recursos, a veces contrapuestas, que enfrentan las madres y el personal de salud.

Hace un par de años, un equipo conjunto de la University of the West Indies (UWI) y el Banco Interamericano de Desarrollo diseñó un programa de crianza integrable a las visitas rutinarias de control del niño sano en algunos centros de salud del Caribe, donde los padres llevan a sus hijos de entre 3 y 18 meses para chequeos sanitarios y vacunaciones. El programa se desarrollaba en la sala de espera del centro y comprendía vídeos, discusiones grupales y sesiones interactivas de práctica para los padres dirigidas por trabajadores comunitarios de la salud. Las enfermeras distribuían tarjetas con mensajes de prácticas afectuosas de cuidado y algunos juguetes al final de los chequeos médicos.

¿Funcionó?

Casi todas las madres participantes (83%) asistieron a las 5 visitas rutinarias de salud efectuadas durante el programa.

Según una evaluación de impacto, el programa marcó una diferencia en el desarrollo cognitivo del niño y en el conocimiento y las actitudes adoptadas por los padres para ayudar al aprendizaje de sus niños. Asimismo, de la evaluación se desprende que la capacitación y la orientación brindadas por nuestro equipo al personal de salud fueron valiosas y que la calidad de la mayoría de los aspectos del programa fue valorada como de adecuada a buena. Al parecer, el enfoque utilizado fue una buena manera de llegar a los padres y los trabajadores comunitarios pudieron desarrollar adecuadamente el programa.

Si bien tanto las madres como el personal de salud reportaron haber percibido beneficios para sí mismos y para los niños, quisimos saber más acerca de lo que pensaban del programa y qué tan buena había sido su implementación. Para recopilar esta información, observamos las sesiones en los centros y entrevistamos a algunas madres y miembros del personal.

¿Qué pensaban del programa?

Las madres que participaron opinaron que el programa había contribuido al desarrollo de sus niños y hablaron de su cambio de comportamiento hacia interacciones padres-niño mejores y más saludables.

Por ejemplo, una madre contó acerca de su bebé: “Si llora, yo no siento que la estoy malcriando si la tomo en brazos y hago que se calme y la mimo”. Otra dijo sobre el suyo: “Antes yo no solía jugar con él… Desde que participé en el programa me siento a su lado, canto con él y juego con él”.

Las madres también afirmaron que, como resultado del programa, conversaban e interactuaban más con sus niños, por ejemplo cuando los llevan a pasear y les señalan distintas cosas que encuentran en el camino.

El personal de salud también notó el cambio en el comportamiento de los padres. Como dijo un trabajador comunitario: “A veces te sientas y observas cómo toman amorosamente a sus niños en brazos, los besan, juegan con ellos”.

Una enfermera comentó: “Notaba que las madres les hablaban a sus bebés y querían que la enfermera supiera que el bebé sabía hacer esto y aquello… les decían ‘muéstrale a la enfermera tu nariz’, ‘muéstrale a la enfermera tus ojos’. Es realmente bueno verlas haciendo todo eso”.

El programa también aumentó la satisfacción que sentía el personal de salud en su trabajo, así como su motivación y sensación de estar contribuyendo a mejorar el desarrollo del niño, lo que es importante para asegurar la continuidad y sostenibilidad del programa. Un trabajador comunitario de la salud manifestó: “Cuando vuelven, puedes ver que los bebés disfrutan lo que están haciendo. Y eso me hace sentir como si yo también hubiese estado haciendo algo”.

Avanzando…

Hubo ciertos desafíos. El programa se llevó a cabo en las salas de espera, donde los grupos a menudo eran numerosos y a veces bulliciosos, y para los trabajadores comunitarios resultaba difícil manejarlos. Más aún, tanto los trabajadores comunitarios como las enfermeras concordaron en que el desafío mayor radica en combinar el tiempo suficiente para el programa con el de su trabajo regular.

Este proyecto demostró que los programas de desarrollo infantil temprano pueden ser vinculados exitosamente a los servicios de salud. La lección extraída es que integrar y ampliar esos programas demandará una inversión sostenible para fortalecer los centros de salud e incorporar personal adicional ahí donde se requiera.

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