Salud deteriorada en los hospitales de alta especialidad
Regreso al tema tratado en el documento de Salud deteriorada en virtud de la importancia de los llamados Hospitales Regionales de Alta Especialidad.
Como lo mencioné en textos previos, el modelo que se diseñó para la construcción, equipamiento y operación de dichos nosocomios, parecía, en papel, francamente positivo.
Se les permitió a inversionistas privados aportar recursos para la articulación de las unidades hospitalarias, cuyo retorno estaría sujeto a la operación de los mismos, calculando un porcentaje de ocupación francamente alto tomando en cuenta la necesidad de atención médica de una gran parte de la población, que sería asegurada mediante el llamado Seguro Popular.
En suma, los recursos provendrían en gran medida de la comisión de protección social en salud, al tiempo que a las personas de menores ingresos se les brindaría atención de alto nivel de especialidad, y el Estado se encargaría de aportar las plantillas de personal necesario, por supuesto hablando de médicos especialistas de alto nivel de preparación.
La operación del modelo es prácticamente una catástrofe.
El hecho de que el porcentaje de ocupación sea tan bajo el día de hoy, como lo demuestra el doctor
Mauricio Hernández en el texto, configura una presión tremenda sobre el sistema, porque entonces se tiene que sufragar, con dinero del gobierno, el retorno de la inversión de quienes aportaron, aparentemente con buenas intenciones.
La explicación de la baja productividad es múltiple; tiene que ver por ejemplo, con la carencia en muchos turnos de médicos especialistas, que por el salario que se les ofrece, prácticamente ninguno está dispuesto a cambiar su residencia hacia los poblados en los que se encuentran las unidades, inclusive hubo un tiempo largo, durante el cual el hospital ubicado en Chiapas, permaneció sin director o directora.
En el “modelito” nunca pensaron en la gente; en los profesionales de alta capacitación que cada unidad necesitaba para operar de forma adecuada y eficiente, de tal manera que han ido transformándose de la “alta especialidad” a lo que “tengamos disponible”; por eso señala también el texto lo inadecuado de que el de Tamaulipas presente una enorme proporción de diagnósticos de atención de parto.
No es porque la obstetricia no sea importante y trascendente, sino porque los hospitales no fueron diseñados para eso; ahí solamente se deberían estar atendiendo a gestantes de alto riesgo que requieran medicina muy sofisticada.
En este panorama, cito nuevamente el ejemplo del robot Da Vinci en el Hospital Regional de Alta Especialidad de Zumpango, que eleva todavía más los costos de operación, que ya de por sí no es posible cubrir; entonces, a menos que ese robot tenga capacidad demostrada para manejar los juegos pirotécnicos de la fiesta patronal del pueblo, carece de cualquier tipo de justificación su operación y permanencia.
Un sistema como ése, debe estar en unidades centralizadas, bajo la mirada de quienes están en la frontera del desarrollo tecnológico y donde se puedan gestionar recursos para la investigación quirúrgica, con algún modelo que no le cueste al Estado.
Francamente, es un escándalo lo que está ocurriendo en este ámbito. Le tocará a las nuevas autoridades sanitarias federales resolver este entuerto.
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