Sabio como el corazón de un profesor de baile

Viernes, 08/04/2016

Investigación revela que la correlación entre capacidad fisiológica de una mayor variabilidad del ritmo cardíaco y el ponerse en el lugar de terceros permite el razonamiento "sabio" acerca de temas sociales complejos.

Rodrigo Lara Serrano/Cluster salud. La situación es, literalmente, clásica: un profeta bíblico pide al rey que perdone a un grupo de desesperados que, por hambre o frío, violó una ley menor; un abogado o un caballero dickensiano arguye a favor del niño débil en ese orfanato horroroso del siglo XIX frente a su administrador; el cowboy duro y autosuficiente intenta convencer al ranchero (o al petrolero) podrido en hectáreas y riqueza que deje en paz a aquella familia de granjeros ingenuos y no pretenda sus pocas tierras. Los tres interpelados, siempre, se niegan y el melodrama o la tragedia están servidos.  No sin que antes, el profeta, el abogado y el cowboy califiquen a su antagonista de tener el "corazón duro" o el "corazón de piedra". Pues bien, si de no tener la sabiduría de ponerse en el lugar del otro se trata, la ciencia acaba de descubrir que el problema de la dureza no se relaciona con que el "material" del músculo cardíaco sea de piedra o inamovible, sino con que su ritmo lo es.

Así lo afirman los resultados del trabajo de un equipo dirigido por Igor Grossmann, profesor de psicología en la Universidad de Waterloo, Canadá, y un grupo de colegas de la Universidad Católica Australiana. Según éstos, la variación del ritmo cardíaco y los procesos del pensamiento trabajan en tándem para permitir el razonamiento "sabio" acerca de temas sociales complejos.

El trabajo, de ser confirmado por otros estudios experimentales, sería un hito en el poco conocido campo de la psicofisiología, esto es, el ámbito que estudia cómo los procesos de los órganos del cuerpo y los psicológicos se entrelazan haciendo un todo.

"Nuestra investigación muestra que el razonamiento sabio no es función exclusiva de la mente y la habilidad cognitiva", dice Grossman. "Lo que encontramos es que las personas que tienen una mayor variabilidad del ritmo cardíaco y quiénes son capaces de pensar acerca de problemas sociales desde un punto de vista distanciado (de sí mismos) demuestran una mayor capacidad para el razonamiento sabio".

Límites, alerta, distinción, reconciliación

Pero ¿qué es, exactamente, el razonamiento "sabio"? Los investigadores tomaron la definición que usan, tanto filósofos como científicos del área cognitiva en el mundo anglosajón, y que lo define como la habilidad de reconocer los límites del conocimiento propio, el estar alertas a los variados contextos de la vida y cómo ellos pueden desenvolverse en el tiempo (futuro), a la vez que la capacidad de distinguir los puntos de vista de los otros y buscar una reconciliación cuando son opuestos a los propios. Simple de describir, fácil de elogiar, pero escasamente real entre políticos, economistas e hinchas de los equipos de fútbol.

Este estudio es el primero que muestra que la fisiología el corazón, específicamente citada la variabilidad de la tasa del ritmo cardíaco durante una actividad física baja, está relacionada con realizar con juicios menos preconcebidos y más  abiertos.

Grossman explica que el ritmo cardíaco tiende a fluctuar naturalmente y que esto ocurre aún durante condiciones estables como, por ejemplo, el estar sentado reflexionando.  Si bien en teoría el ritmo cardíaco -pensado como los intervalos de tiempo entre los latidos- es una función automática de las necesidades de oxigenación del cuerpo, en la realidad está relacionado con mecanismos sofisticados mediante los cuales el sistema nervioso central controla las funciones orgánicas.

En el contexto conceptual y fisiológico descrito, los investigadores encontraron que las personas con frecuencias cardíacas más variadas y variables eran capaces de razonar de una manera más inteligente, menos sesgada, acerca de problemas sociales cuando se les pedía que lo hicieran desde una perspectiva en tercera persona. Es decir, tratándose de poner en el lugar de otros. Sin embargo, cuando los participantes del estudio fueron instruidos para razonar sobre el tema desde una perspectiva en primera persona, la relación entre la frecuencia cardíaca variada y el juicio prudente o sabio no apareció.

Aceptar la complejidad

"Ya sabíamos que las personas con una mayor variación en su ritmo cardíaco muestran resultados superiores en las funciones de la parte ejecutiva del cerebro, como lo es la memoria operativa", explica Grossman. "Sin embargo, eso no significa necesariamente que estas personas son, de entrada, más sabias. En la práctica, pueden usar sus habilidades cognitivas para que tomar decisiones muy poco sabias", agrega. Las implicancias de la investigación indican que, "para canalizar sus habilidades cognitivas hacia juicios más sabios, las personas con mayor capacidad de variabilidad del ritmo cardíaco necesitan, primero, superar sus punto de vista egocéntricos", arguye el científico.

De todas formas se abre un misterio: ¿está primero el potencial físico de base para una mayor variabilidad del ritmo cardíaco? ¿o esa mayor variabilidad fisiológica es una expresión, resultado, de un "entrenamiento" muscular provocado por un historial previo en pro de la simpatía o empatía? ¿habrá alguna conexión con las alabadas y cuestionadas "neuronas espejo"? ¿ponerse en la situación o "los zapatos" de los otros implica que los distintos órganos del cuerpo realicen un "simulacro" de tal situación y, entonces, al "vivirla" éste expanda su capacidad fisiológica?

Para muchas personas (y las más convencionalmente inteligentes o favorecidas por una herencia o logros de poder, corren más peligro de sufrirlo) puede ser humillante aceptar "lo que quiere decir ser una mente entre otras", como escribe el psicoanalista inglés Adam Phillips. Y no sólo eso, entender que la identidad propia es el resultado inestable de una tensión entre la multiplicidad de puntos de vista o perspectivas actuando dentro de uno mismo.

Visto así, la sumatoria de la complejidad de la mente propia y la complejidad de la familia, sociedad y época que a cada cual le toca vivir puede convertirse en demasiada música para una misma orquesta. De ahí la utilidad y la necesidad de los prejuicios, pero -como dice el mismo Phillips-, el mañana siempre nos está presentando situaciones nuevas, y "por definición, el futuro es el lugar en el cual nuestros prejuicios podrían no funcionar". El trabajo de Grossman y los dos equipos universitarios, muestra que ello será así, a menos que hagamos un espacio entre los latidos de nuestro corazón para lo distinto. Para las miradas de los otros.

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