Cafeteros ayudan a transformar la salud en pandemia
En 2012, en la Universidad de Toronto, varios expertos del mundo médico se reunieron para resolver una pregunta que los inquietaba y para la que no habían encontrado una sencilla respuesta: ¿qué causa la salud? A pesar de la aparente simpleza del interrogante, los caminos para contestarlo no eran claros. Para hacerlo, aquel grupo puso en marcha un esfuerzo al que llamó “La salud de la humanidad” y que dos años más tarde promovió una cumbre global bajo el título “La pandemia de la salud”. La idea era invitar a pensadores del sector a hacer aportes para encontrar una forma de difundir la salud. Una de las personas que lo lideraban era el médico colombiano Alejandro R. Jadad, a la cabeza del Centre for Global eHealth Innovation, en Canadá.
En esa cumbre de 2014 también estuvo el ministro de Salud, Alejandro Gaviria. Después de algunas reuniones, se lanzó a hacer una propuesta: quería que Colombia fuera el primer epicentro de esa pandemia. En otras palabras, buscaba que el país sirviera de modelo para mostrar que se podía entender la salud desde otro punto de vista distinto al de la enfermedad y en el que la población podía ser cocreadora para mejorar el bienestar. Si el 72,3 % de la población del mundo cree que tiene una salud positiva, dice Jadad, “podemos hablar de algo pandémico. Y al serlo, quiere decir que la salud puede crearse y cocrearse”.
La iniciativa de Jadad encontró un buen aliado en el gremio que reúne a los caficultores colombianos. Con más de 540.000 personas dedicadas al cultivo del grano en Colombia y reunidas en la Federación Nacional de Cafeteros, esa población podía servir como una suerte de laboratorio viviente para empezar a entender la salud desde otro punto de vista y comenzar a generarla. ¿La razón? Las actividades laborales y todos los factores que se desprenden de ellas tienen una conexión directa con el estado de salud de las personas.
El resultado de ese trabajo, que empezó hace un par de años, lo presentaron Jadad, Gaviria y los representantes de la Federación en un libro con un título provocador: "Desatando una pandemia de salud desde el sitio de trabajo. Hay que creer para ver". En él participaron 23 autores de cuatro países que se unieron bajo la convicción de que los entornos laborales pueden ser el mejor articulador y creador de salud. “Es una tarea que no puede cumplir nadie más: ni las EPS, ni las IPS, ni las universidades”, asegura Jadad.
A lo que se refiere es que las empresas y las compañías juegan un rol esencial en la promoción del bienestar de la población. Es un rol por el que no suelen preocuparse, pero que podría cambiar la percepción y el estado de la salud de las personas, su estado psicológico y sus relaciones sociales. En términos mucho más simples, los lugares donde trabajan los colombianos pueden influir decididamente para permitirles gozar de mayor bienestar y ser más felices.
A lo que se refiere es que las empresas y las compañías juegan un rol esencial en la promoción del bienestar de la población.
La experiencia inicial con los cultivadores de café da pistas de cómo el ambiente laboral es clave a la hora de hablar de salud. Tras encuestar a 3.442 campesinos dedicados a cosechar ese grano, el 94 % respondió que se sentían saludables. Sólo cuatro personas aseguraron lo contrario. Y cuando les preguntaron qué había que hacer para mantener y mejorar su salud, sus respuestas se distanciaron del mundo médico. Como explica José Humberto Devia, coordinador de servicios de salud de la Federación, sus solicitudes apuntaban a acceder a más recreación, más sistemas de transporte, mejor salario o mejor vivienda. En sus palabras, eso quiere decir que la economía y la salud tienen una estrecha conexión.
Tras indagar un poco más, la Federación trazó una estrategia con un nuevo enfoque, con la intención de convertirla en la organización más saludable de Colombia. “Estamos en un país donde la gestión de la salud está orientada a la gestión de la enfermedad. Pero, más allá de eso, el papel de una organización es ayudar a los trabajadores a atender los desafíos psicosociales que les ofrece la vida”, dice Devia.
Aunque trazar una estrategia es complejo y requiere de una evaluación de resultados a largo plazo, el propósito, como lo dice el libro, es "enfocarse en las condiciones personales de los trabajadores -individualmente y en grupos- y en las características de los trabajos o las tareas que deban realizar (el nivel micro); en los aspectos físicos y la estructura y el clima de la organización (el nivel meso); o en las condiciones socioeconómicas, culturales, políticas, legales y ambientales externas a la organización que podrían obstaculizar o mejorar la capacidad de las personas para sentirse seguras".
En términos de Gaviria, se trata “de mejorar el bienestar y convertirnos en partícipes, cocreadores. En eso consiste este esfuerzo. Se requiere para comenzar un cambio cultural”.
La preocupación por la relación entre estos dos aspectos (salud y actividades laborales) no es menor. El texto la evidencia con varios ejemplos. Uno de ellos, la depresión. "La depresión, el estrés relacionado con el trabajo y especialmente al causado por un manejo inadecuado de las cargas laborales, se ha convertido en la principal fuente de discapacidad en el mundo. En los niveles más altos de las organizaciones las cosas parecen ser aún peor, con estudios mostrando que un 96% de los líderes sienten altos niveles de agotamiento, y que un tercio de ellos lo considera extremo".
La inquietud es mayor si se tiene en cuenta que, como lo dice un apartado del libro, "a pesar de las dimensiones épicas de la devastación que la colusión de la tecnología, la economía y la política /está causando a los trabajadores y los lugares de trabajo, hay escasez de conocimiento sobre su impacto en los niveles de salud, o incluso menos en las formas en las que la salud de las personas podría ser protegida o mejorada cuando se enfrentan a los retos físicos, mentales y sociales asociados con los cambios masivos que estamos presenciando en el trabajo".
Sin embargo, se lee en el documento, "esta aparente falta de interés crea una buena oportunidad para un abordaje salutogénico (crear salud) más explícito. Tal abordaje (…) les debe permitir a los trabajadores aprovechar los activos que tienen disponibles (…) de modo que puedan adaptarse y manejar los desafíos físicos, mentales y sociales, factores de estrés y las tensiones que enfrenten en el trabajo y más allá, con éxito”.
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