Pandemias: Así hemos enfrentado a los mayores asesinos de la historia
“Los grandes asesinos de la historia son las bacterias y los virus, y en concreto los que han provocado las grandes epidemias de la historia. El sarampión, que acabó con más de 200 millones de personas, o el virus del sida o VIH, que ha matado a más de 35 millones”.
Así lo afirman los divulgadores científicos Màrius Belles, físico y profesor de Secundaria y Bachillerato, y Daniel Arbós, biólogo y periodista científico, en ’14 maneras de destruir a la humanidad’ (Next Door Publishers), un manual donde dedican un capítulo a las pandemias globales que ha habido a lo largo de la Historia de la Humanidad.
Y es que el pasado septiembre la Organización Mundial de la Salud publicó un informe en el que alertaba de que el riesgo de que se produjera una pandemia global estaba creciendo, y sólo han hecho falta unos meses, hasta diciembre de 2019 en China, para que surgiera el nuevo coronavirus SARS-Cov-2, que origina la pandemia por la enfermedad COVID-19.
Hasta la fecha, las cinco pandemias más letales han sido, por este orden: Viruela, Sarampión, la mal llamada ‘gripe española’ de 1918, la peste negra, y el VIH. En concreto, el más letal de los virus hasta la fecha ha sido el ‘Variola virus’, causante de la viruela, hoy erradicada gracias a las vacunas, según destacan, que no ha provocado brotes tan concentrados en el tiempo, “pero su supervivencia a lo largo de los siglos lo ha catapultado a ser el homicida número uno y se calcula que mató a 300 millones de humanos, aparte de dejar numerosas personas con la piel marcada”, explican.
Frente al sarampión, otro virus que ha matado a unos 200 millones de personas, existe hoy en día vacuna. “Antes de que la vacuna se introdujera en 1963 y se generalizara su uso, cada 2-3 años se registraban importantes epidemias de sarampión que llegaban a causar cerca de dos millones de muertes al año”, señala la OMS.
Por otro lado, Arbós y Belles apuntan al virus de llamada coloquialmente como ‘gripe española’ de 1918, “una de las crisis más graves de salud pública de la Historia”, según la OMS, y que mató en apenas dos años a entre 50 y 100 millones de personas. “Este virus solito liquidó entre el 3 y el 6% de la población mundial”, advierten los autores del libro.
Cuentan también que la bacteria ‘Yersinia pestis’ fue la culpable de la epidemia de peste negra que asoló a Europa a mediados del siglo XIV; un bacilo que se transmitía a través de parásitos como pulgas y piojos que vivían en ratas, otros roedores y en los propios humanos. Se cree que una vez más la epidemia empezó en Asia y se dispersó hacia Europa aprovechando las rutas comerciales. En la Península Ibérica la población pasó de 6 millones de habitantes a 2,5; mientras, en el conjunto de Europa murieron unos 50 millones de personas, al pasar de 80 millones de habitantes a 30. Ahí es nada.
El virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) si no se trata mata de media al 80% de los infectados. Se expandió hace 4 décadas. Según cálculos de la OMS y el ONUSIDA, a finales de 2016 había en el mundo unos 36,7 millones de personas infectadas por el VIH. Se sabe que se transmite por las relaciones sexuales (vaginales, anales o bucales) sin protección con una persona infectada; por la transfusión de sangre contaminada; y por compartir agujas, jeringas, material quirúrgico, u otros objetos punzocortantes. La madre puede transmitirle la infección al hijo durante el embarazo, el parto o la lactancia.
Prevenir el contagio con las distintas medidas existentes es la mejor forma de contenerlo. No hay cura para la infección por el VIH, según la OMS, pero un buen tratamiento con medicamentos antirretrovíricos aminora su evolución hasta casi detenerla.
EL ACTUAL CORONAVIRUS
Así, el pasado 11 de marzo de este 2020 la OMS declaró que existía una pandemia global de coronavirus, la primera de la Historia por este tipo de virus. “Con respecto a las pandemias anteriores de la Historia tenemos suerte por un lado, pero también desventajas. La detectamos muy rápido, y los investigadores trabajan ya por contenerla. China anunció en diciembre de 2019 los primeros casos y en 10 días ya se había secuenciado el genoma del SARS-Cov-2, y 15 días después su test de detección”, remarca en una entrevista con Infosalus Arbós.
El lado malo, a su juicio, es que antes había muchas epidemias que quizá estaban en China o Asia y no nos llegaban, y ahora debido a la globalización, al cabo de una semana se extienda a unos 40 países. Además, uno de los riesgos que conlleva esta pandemia es lo que sucedió con el VIH, la gripe A o con el síndrome respiratorio agudo grave (SARS), que se inició en noviembre de 2002 y un año más tarde nadie se acordaba de ella, y produjo 800 muertes y 8.000 infecciones: la zoonosis.
“No será ni la primera ni la última vez que un virus está en un animal, y como tienen gran capacidad de mutar, llegan a afectar a los humanos”, remarca Arbós. En este caso, indica que el virus se encontraba en los murciélagos, después pasó a otro animal, y luego a los seres humanos.
“En un primer momento se pensó que pasó del murciélago al pangolín, pero después se descartó esta opción. Los humanos y la mayor parte de los animales nos llevamos mal con los virus. O los derrotamos, o nos derrotan a nosotros. No hay término medio. El murciélago, en cambio, tiene una peculiaridad, y es que presenta unas defensas muy bajas y pueden convivir con el virus; pueden tener coronavirus y no les afecta. Se acabará sabiendo qué animal fue porque es un virus que tiene 3 meses desde que lo conocemos y todavía nos quedan por descubrir muchas cosas sobre él”, subraya.
En este punto, Arbós remarca la necesidad de aprender de los asiáticos a la hora de estar superando esta epidemia. “Siempre habrá patógenos, algunos más débiles que otros. Siempre habrá epidemias, por lo que hay que cambiar la forma de afrontarlas. Es imposible impedirlas en un mundo globalizado. Cuando aparezcan hay que cambiar mucho la forma de afrontarlas y aprender de los errores que se cometen ahora”, subraya.
En su opinión, si se actúa con rapidez, se es más rápido al atacarla, se confina a la gente pronto, y se les hace el test de detección así se conseguirá que los daños sean mínimos. “En realidad es algo natural. Pasa, ha pasado, y pasará, aunque nos queden lejos las grandes epidemias de la Historia. Hay que tomar conciencia de que somos vulnerables y de que hay que apostar de la investigación, y reforzar la sanidad pública.
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