La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que un 60% de la población mundial no realiza actividad física necesaria por lo que se convierte en uno de los principales factores de riesgo de mortalidad.
Esta es la conclusión de un estudio realizado por un equipo internacional de científicos, con participación española, que ha identificado esta capacidad regenerativa en roedores. Los resultados plantean nuevas vías para un tratamiento en pacientes humanos.
Según el Anuario de Vigilancia Epidemiológica, en Ecuador en el 2017 se diagnosticó a casi 100.000 personas con obesidad o 571 casos por cada 100.000 habitantes.
Estudio demostró que los hombres que se dedicaban con mayor frecuencia a la actividad física intensa tenían un 30% menos de riesgo de desarrollar cáncer de próstata avanzado y un 25% menos de desarrollar cáncer de próstata letal.
Así concluye un estudio liderado por la Universidad de Jaén, que confirma que la población mayor de 65 años realiza cada vez menos actividad física. Los investigadores analizaron el ejercicio, limitaciones funcionales, sobrepeso y obesidad, estado de salud autopercibido y problemas de salud crónicos en dicha población.
De acuerdo a datos publicados por la organización, más de 1.400 millones de personas están riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, demencia y algunos cánceres por sedentarismo.
Según el mismo estudio, también tienen una capacidad de recuperación después de intensas jornadas de ejercicio aun más alta que la de los mejores deportistas.
Un equipo internacional de investigadoras ha recomendado la promoción de la actividad física después de un empeoramiento de los síntomas de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica o EPOC. Los resultados revelan que dicha caída en el ejercicio tiene un efecto importante y duradero.
El problema con la obesidad no es estético, sino que se relaciona con la muy elevada probabilidad de contraer alguna, o varias, de las 24 enfermedades no transmisibles que se asocian con el exceso de peso, la inadecuada alimentación y la falta de actividad física.
Muchos trabajos actualmente obligan a las personas a pasar largos períodos de tiempo sentados, por lo que expertos recomiendan alternarlo con actividad física.
Si las embarazadas comen bien, permanecen físicamente activas, tienen bajo estrés y no fuman, tienen casi cuatro veces y media menos probabilidades de tener diabetes gestacional.
Así se desprende de una estudio nacional, que describe los hábitos de 73.000 adultos. En teoría, una mayor actividad física debería reducir las tasas de obesidad y diabetes, pero los beneficios del ejercicio pueden tardar unos años en aparecer.
Tras revisar 150 estudios disponibles sobre la enfermedad, un panel de científicos señaló que el ejercicio es la forma más práctica de prevenir y lidiar con ella.
Un equipo estudió a 18.117 personas que participaron en el Estudio Nacional de Salud y Retiro en un esfuerzo por averiguar si esta relación podría predecir la discapacidad.