La enfermedad continúa indetectable en sangre, líquido cerebro-espinal, tejido intestinal y semen tras 29 meses después de la interrupción del tratamiento.
Según datos de la ONU, en 2018 de aproximadamente 37,9 millones de infectados en el orbe sólo la mitad recibió tratamiento que le permitió tener una calidad de vida aceptable.
Se estima que en el país deben existir al menos unas 150.000 personas portadoras del virus, pero hasta enero del año pasado apenas se habían identificado unas 89.000.