Beber alcohol podría ser la clave para prevenir la demencia
Esta semana, un estudio publicado en el British Medical Journal, que buscó seguirles el paso a 10.300 personas por 23 años para saber cómo eran sus rutinas de consumo y cómo iba progresando su memoria, da un respaldo a esa hipótesis: “El riesgo de demencia se incrementó en personas que se abstuvieron de ingerir alcohol a mediana edad o consumieron menos de 14 unidades por semana. Los presentes hallazgos alientan a que se revisen ciertas guías sobre el consumo nocivo de alcohol para promover una mejor salud cognitiva a edades más avanzadas”, es el resultado al que llegaron los investigadores.
Pero esta conclusión debe mirarse con lupa. En el estudio, los especialistas reclutaron a los participantes entre 1985 y 1993, cuando tenían entre 35 y 55 años. Luego les fueron haciendo seguimiento cada cuatro o cinco años, en distintos grupos, hasta el 2016. Durante este período a casi 9.000 de los 10.000 participantes iniciales se les analizaron los resultados en los servicios de salud mental, si debían acudir a servicios especializados o no, así como los registros de mortalidad. Al final dieron con un total de 391 casos de demencia.
Lo curioso vino cuando cruzaron estos datos con los que habían tomado décadas atrás, pues encontraron que “quienes no tomaban nada de alcohol durante la mediana edad tenían un 45 % más riesgo de padecer demencia que quienes sí tomaban entre una y catorce unidades alcohólicas a la semana”.
Esto, claro, no quiere decir que beber alcohol esté relacionado con una mejor salud mental. Todo, en realidad, está en las dosis y el número de copas. La investigación también encontró que aquellos que se fueron para el otro lado y consumían más de 14 bebidas alcohólicas a la semana cuando estaban entre los 35 y 55 años tenían mayor riesgo de sufrir demencia. “La demencia tiende a aumentar cuanto más bebía una persona, teniendo en cuenta que con cada aumento de siete bebidas por semana había un aumento del 17 % en riesgo de demencia”, afirma la investigación conducida por científicos franceses y británicos.
La recomendación final que dan los autores es que, por lo menos durante la edad adulta, se tenga en cuenta una especie de equilibrio en el consumo de alcohol. Pues, por lo menos estadísticamente, consumir muy poco o en exceso aumenta el riesgo de sufrir demencia. “Estos resultados sugieren que la abstención y el consumo excesivo de alcohol se asocian con un mayor riesgo de demencia, aunque los mecanismos subyacentes probablemente sean diferentes en los dos grupos”, dicen los autores.
Pero, de nuevo, son resultados que deben mirarse con lupa, pues la investigación, aunque larga y reveladora, tiene un vacío: desconoce cuál fue el consumo de alcohol de los participantes antes de llegar a los 35 y 55 años. Por ende, se podría inferir que muchos de los que llegan a esa edad lo hacen porque son abstemios y bebieron mucho en la juventud, lo que podría estar relacionado con la demencia que tienen cuando ya son mayores. Una pieza que, sin duda alguna, deberán examinar nuevas investigaciones.
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