Joan Massagué: “Continuará habiendo cánceres, como seguirá habiendo infecciones, pero cada vez serán menos”

Martes, 02/10/2018
El director del Instituto Sloan Kettering de Nueva York habla sobre las concepciones actuales del cáncer y los desafíos del tratamiento.
SINC

Después de unos primeros días de agosto muy calurosos en la ciudad de Nueva York, las intensas lluvias de verano refrescaron el ambiente. El día de nuestra entrevista, Joan Massagué (Barcelona, 1953), uno de los investigadores del cáncer más importantes en el mundo, terminó su jornada laboral antes de lo habitual. Eran las cinco de la tarde y nos encontramos en el jardín interior del bloque de apartamentos donde reside, en el Upper East Side. Este barrio de Manhattan, al este de Central Park, es una zona acomodada de la ciudad donde hay boutiques, restaurantes, museos, universidades, centros de investigación y hospitales.

El Instituto Sloan Kettering, que dirige desde 2013, le queda a cinco minutos a pie de su casa, un privilegio en una ciudad tan grande. Su trabajo lo ha situado como el investigador español más citado en la literatura científica, según el último ranquin de Webometrics. Su especialidad es el cáncer de mama y de pulmón, a los que interroga para saber qué mecanismos controlan la regulación celular y la metástasis de las células tumorales hacia otros órganos, sobre todo al cerebro. Enseguida pide que se le tutee y habla en un catalán de quien lleva más de media vida en el extranjero.

-El 90% de las muertes por cáncer se debe a la metástasis y no al tumor primario, que no suele afectar órganos vitales. ¿Qué probabilidad hay de que un tumor se disemine?

-La probabilidad de metástasis siempre tendrá un componente importante de azar. El tumor es una masa con billones de células cancerosas que la inmunidad local no ha eliminado. Cada día, en cada momento, miles de estas células se desprenden del tumor primario y pasan a la sangre o consiguen infiltrarse en un órgano. La mayoría son aniquiladas por el sistema inmunitario, pero otras burlan a las defensas, logran anidar y con el tiempo pueden crecer. Eso es la metástasis: es una excepción, algo que no tenía que pasar. La metástasis es como un delincuente. Que en una sociedad haya delincuencia no significa que toda la gente lo sea.

-El cáncer no es una enfermedad, sino muchas. Supongo que es difícil hablar de metástasis en general, como lo es hablar del cáncer.

-En una metástasis influye el órgano afectado, el tipo de tumor y sus mutaciones. Las células cancerosas van a todas partes, pero no siempre forman colonias. Un órgano puede ser más permisivo que otro a ser infiltrado, pero también menos permisivo a que luego florezca. La probabilidad de metástasis, el lugar y el tiempo que tardará se debe a factores identificables que, todos juntos, forman una probabilidad que nunca será del 100%. No obstante, tenemos índices y probabilidades de metástasis. Este año, un ensayo clínico demostró que el 70% de las mujeres con cáncer de mama a las que se les extirpa el nódulo no se benefician de la quimioterapia. En estos casos ya podemos predecir con una probabilidad de acierto muy alta qué pacientes no tienen riesgo de metástasis.

-Aparte de la metástasis, otro de los grandes interrogantes es el período de latencia: por qué algunos cánceres reaparecen años, incluso décadas, después de que el tumor haya sido eliminado.

-Te diagnostican un tumor y te lo sacan, pero por el organismo quedan esparcidas células que, aunque no son cáncer ni hacen metástasis, sí son semillas. Algunas consiguen instaurarse en órganos vitales como el cerebro o el hígado. Estas células son supervivientes, ya que a la inmensa mayoría las han matado. Allí se esconden de la inmunidad y la metástasis se manifiesta más tarde. Los períodos de latencia van desde un año, cuando se sembraron las células cancerosas, hasta los casos exagerados de 25 años. Recientemente publicamos un artículoen la revista Cell que cambió mi y nuestra manera de pensar. Antes decíamos: ¿qué mantiene a estas células dormidas? ¿Qué las enciende un buen día al cabo de veinte años?

-¿Qué cambió en su manera de entender la remisión del cáncer?

-Las células que siembran los tejidos son probablemente células madre, un tipo de células que regeneran el tejido. Estas células paran de crecer cuando han acabado su trabajo; si no, harían un tumor. Ahora imagínate las células malignas diseminadas con el comportamiento de las células madre regenerativas. Pueden proliferar o volver a un estado de reposo. En ratones, vimos que la mayoría de estas células están en reposo, pero algunas intentan dividirse una, dos, tres veces… Cuando llegan a 16 células, la inmunidad las detecta y las elimina. Necesitan mucha suerte para que no las pille la policía, así que ellas solas optan por no crecer y consiguen sobrevivir. La hipótesis es que la metástasis latente es un estado en el cual las células diseminadas se mantienen a raya. Ese residuo constituye un peligro permanente porque, si las defensas bajan, en conjunción con otros factores que están por descubrir, provoca metástasis. Es un cambio de paradigma.

-Tu cargo implica tener una buena visión de futuro. ¿Cómo serán los próximos años de investigación en cáncer?

-La primera línea de defensa contra los tumores es la inmunidad. Si hay tumores que no hemos tenido nunca es gracias a que cuando intentaban proliferar fueron liquidados por nuestras defensas. La inmunoterapia son medicamentos y anticuerpos que utilizan la inmunidad a nuestro favor para que ataque más. Pero también tiene efectos secundarios, como las inflamaciones y la autoinmunidad. A mi entender, el gran reto de la biología del cáncer es la enfermedad residual, la metástasis en el sentido más amplio de la palabra, el residuo que queda tras el tratamiento y corre a esconderse. Es hora de transformar la metástasis en conocimiento, en un problema normal, despojándola de su siniestro misterio y de magia negra. Nuestros expertos en células madre, que soñaban con curar las enfermedades degenerativas, tienen conocimientos relevantes en la regeneración de tumores.

-La gente debe preguntarte a menudo cuándo acabaremos con el cáncer. Siempre respondes que conviviremos con él, como lo hacemos con las infecciones. No sé si debes dejarlos muy tranquilos…

-No lo sé, pero la comparación es absolutamente válida. Hasta la primera cuarta parte del siglo XX la infección era terrible, la gente moría a mansalva. Entonces descubrieron la penicilina y pasamos a una época de treinta años, más o menos, de hallazgos de nuevos antibióticos específicos para cada enfermedad. En oncología, ya hemos entrado en esa treintena de años, como pasó con los antibióticos. Convivimos con la infección, convivimos con el cáncer, lo gestionamos, lo postergamos… incrementamos nuestra calidad de vida. Continuará habiendo cánceres, como seguirá habiendo infecciones, pero cada vez serán menos.

-Siempre hemos convivido con el cáncer, pero hay la concepción de que ahora hay más casos que nunca. ¿Se tiene que desmitificar el cáncer?

-Hay más cáncer porque lo buscamos y lo diagnosticamos antes. Vivimos más años y tenemos más probabilidades de acumular mutaciones propias o de exposición: el tabaco y el sol son los grandes enemigos. La dieta, bastante. ¿Químicos industriales? Sí, pero se ha acotado mucho. Viene gente fumando y me pregunta cuál es la mejor dieta contra el cáncer. También hay mucho menos miedo social a decir “tengo un cáncer”. Pero dicho esto, de algunos cánceres hay más casos y de otros hay menos. Por ejemplo, a principios del siglo XX los casos de cáncer gástrico descendieron brutalmente gracias a la introducción de las neveras. Antes la gente salaba y ahumaba los alimentos para que no se estropearan, pero la comida era muy agresiva para las mucosas gástricas. En otros casos, no sabemos los motivos. ¿Por qué hay cáncer en gente cada vez más joven? No lo sabemos.

-¿Qué opinas sobre el relato de ‘la lucha’ contra el cáncer?

-El tumor se percibe como algo foráneo y siniestro: tú luchas contra esa entidad forastera. Antropológicamente tiene sentido que lo veamos así. En algunos casos es una lucha, como son tantas cosas; pero si alguien tiene una enfermedad coronaria nunca hablaremos de “la lucha contra el corazón”. Diremos que está tratándose o combatiéndola, pero el corazón no es el enemigo. Cuando la gente lo entiende, se convierte en una frase hecha, la enfermedad se normaliza y los eufemismos desaparecen.

-¿La presidencia de Donald Trump ha afectado de alguna manera tu día a día en investigación?

-Hace unos cuatro meses llegó a mi laboratorio un investigador posdoctoral de origen iraní con visado de Canadá, el país donde residía. Recibió la buena noticia de que Canadá le daba el permiso de residencia y fue a buscarlo. Hace tres meses que espera el permiso para volver a entrar a los Estados Unidos, aunque ya sea residente de Canadá. Este es un ejemplo de muchísimos. El departamento de Estado, de quien depende la inmigración, se toma más tiempo para cualquier caso como una política general para desanimar y deprimir a los dos lados: a los que emplean y a los que quieren venir. Así, la próxima vez que alguien tenga la opción de fichar otro iraní frente a un americano se lo pensará, simplemente por agotamiento. ¡En este país, que está construido a base de talento inmigrante!

-Y tú que decías que una de las cosas que te gusta de Nueva York es esta aceptación del extranjero. ¿Te da miedo que esto pueda cambiar?

-Nueva York es otro país y las costas son otro país. Pero, por otro lado, la América profunda comienza a 10 kilómetros de aquí. Y vemos cómo la humanidad, que no sé por qué se le llama sapiens, elige dos veces seguidas a Obama y después, con la ayuda de Rusia y del populismo, escoge a este [Donald Trump] que ya era un animal certificado y un narcisista de libro. Y al sector más radical le parece la mar de bien y cuanto más gorda la diga, mejor. Insultando cada día, con insultos groseros, a personas por ser mujeres, o negros… o contrincantes de cualquier tipo. Es una vergüenza. Es inexplicable. ¿Cómo puede ser? Pues mira, ¿cómo puede ser que Alemania, que era la pionera del mundo en todo, inventase el nazismo? Pues lo hicieron.

Comentarios