¿Qué tan difícil es reconocer que estás experimentando una ilusión?

Martes, 06/06/2017
Cuando las personas experimentan delirios o alucinaciones, normalmente hay cierta pérdida de contacto con la realidad por la cual los procesos normales de pensamiento y percepción son perturbados.
The Conversation

Cuando las personas experimentan delirios o alucinaciones, normalmente hay cierta pérdida de contacto con la realidad por la cual los procesos normales de pensamiento y percepción son perturbados. Como seres humanos, todos somos susceptibles a experimentar estados mentales anómalos como este. En la vida cotidiana, por ejemplo, las personas mentalmente sanas distorsionan la realidad para mejorar su autoestima y mantener creencias sobre su auto-agencia.

Cuando nos enfrentamos a retroalimentación negativa, ambigua o sin apoyo, a menudo respondemos con percepciones exageradas de control y optimismo poco realista. En algunas situaciones de la vida, en estados de delirio, duelo, falta severa del sueño y privación sensorial, no es raro que las alucinaciones ocurran. La idea de que los delirios y las alucinaciones son un signo de enfermedad o patología tiende a surgir cuando la creencia o la experiencia ocurre fuera de tales situaciones y se considera verdadera frente a fuertes evidencias contradictorias.

En una ilusión en la que una persona cree que los dispositivos electrónicos de escucha se implantan en su cerebro, por ejemplo, la implausibilidad de la creencia es obvia para todos los demás, pero se mantiene con una convicción inquebrantable por esa persona. Del mismo modo, cuando ocurren alucinaciones, como la audición de voces inexistentes, la persona que experimenta el habla alucinante puede no obstante creer que los demás también pueden oír las voces (y están mintiendo cuando dicen que no pueden), o incluso atribuir la experiencia a la posesión de un poder especial como la telepatía.

Los Tres Cristos de Ypsilanti

Los problemas en el auto-reconocimiento de tales estados de la mente parecen ocurrir incluso cuando conducen al apuro personal y a las interrupciones severas a la calidad de vida. Pero esta dificultad en el auto-reconocimiento no viene necesariamente de la falta de pensamiento racional. En un estudio de los años '60, "Los tres cristianos de Ypsilanti", el psicólogo Milton Rokeach observó lo que sucedería cuando tres personas, cada una creyendo firmemente que eran Jesús, vivieron juntas muy cerca por varios meses.

Rokeach se preguntó cómo reaccionarían los tres hombres cuando se dieran cuenta de que había más de un Jesús. Rokeach observó que cada uno de los hombres conservaba sus identidades delirantes y, al mismo tiempo, racionalizaba la existencia de los otros dos. Uno de los hombres, por ejemplo, pensaba que uno era un mentiroso y el otro un ángel en lugar de Jesús mismo.

Más recientemente, Startup (1997) estudió a un grupo de pacientes psiquiátricos experimentando delirios y alucinaciones. Los pacientes leyeron historias de casos individuales sobre personas que experimentaban una gama de estados patológicos de la mente. Se les preguntó cuán probable era que los escenarios representaran una enfermedad mental.

Los pacientes que estaban más fijos en sus propias creencias delirantes fueron capaces de distinguir entre descripciones de creencias delirantes y normales. Sin embargo, no pudieron identificar nada erróneo o patológico en sus propios procesos de pensamiento. Por lo tanto, parecería que la capacidad de identificar alucinaciones y delirios en otras personas podría ser mayor que la capacidad de verlas en sí mismo.

Auto reconocimiento y ayuda

La valoración por parte de personas con trastornos psicóticos de que sus creencias ilusorias y experiencias alucinatorias no son patológicas puede tener consecuencias en cuanto a la probabilidad de pedir o recibir ayuda. En pocas palabras, si usted no cree que hay algo malo con su estado mental, ¿por qué desea recibir medicamentos o un hechizo en el hospital?

La negativa a aceptar el tratamiento es motivo de preocupación en el cuidado y manejo de los trastornos psicóticos en los que los delirios y las alucinaciones son prominentes. En un estudio de pacientes con psicosis, investigadores encontraron que el auto-reconocimiento de su estado psicótico era un factor importante para predecir el compromiso con el tratamiento. Sin embargo, parece que el auto-reconocimiento de los síntomas es sólo uno de varios factores que afectan la forma en que (o si) alguien se compromete con el tratamiento recomendado.

Después de una serie de entrevistas con pacientes con psicosis, se encontró que la vía entre la valoración de delirios y alucinaciones y la aceptación de cualquier necesidad de tratamiento es de gran complejidad. Kevin Morgan y Anthony David identificaron cinco tipos de perfil de tratamiento. Uno de los grupos de perfil de tratamiento consistió en pacientes que reconocían la necesidad de tratamiento pero que no estaban conformes. Por ejemplo, el paciente que dijo: "Necesito un una piteada (de marihuana) para tratarme. El tratamiento del médico es una porquería".

En los otros perfiles de tratamiento, hubo pacientes que no creían que estaban enfermos o que necesitaban ayuda médica, pero sin embargo estaban participando con sus regímenes de tratamiento prescritos. Era evidente que la experiencia previa (o el temor) de los efectos secundarios de los medicamentos desempeñó un papel en estas posturas aparentemente contradictorias. También surgió que los estados emocionales tenían un impacto en el comportamiento del tratamiento. Curiosamente, varios pacientes al evaluar sus estados mentales como "anormales" no los identificaron como patológicos, en otras palabras como un signo de enfermedad.

La identificación de estados mentales anormales, por lo tanto, no siempre conduce a una creencia o reconocimiento de que el tratamiento es un curso de acción necesario o deseable. Cuando se trata de tratamiento, entonces, la conciencia no es lo mismo que la aceptación.

Comentarios