Una historia de cirugía robótica en México

Lunes, 14/11/2016

Maribel Ramírez Coronel, Periodista en temas de economía y salud para El Economista

La cirugía robótica nació junto con el presente siglo. Es de esas tecnologías que empuja la medicina a velocidad vertiginosa. Se ocupa sobre todo para intervenciones delicadas como cáncer de próstata, cervicouterino o colo-rectal, y otras cirugías urológicas, ginecológicas o de cardiología como el bypass coronario.

No se trata de que el robot ejecute por sí solo la operación, como podría pensarse. Lo que implica la cirugía robótica es que mediante instrumentos extremadamente precisos, el robot replica a escala los movimientos que el cirujano hace estando sentado desde una pantalla y una silla ergonómica. Ello le ayuda a tener mayor precisión, menos sangrado, menos riesgos y terminar menos extenuado.

El robot Da Vinci es hoy el estándar de cirugía robótica, y aunque ya existen 4.000 de ellos en el mundo, en México apenas este año recibió formalmente su ingreso al cuadro básico del Consejo de Salubridad General encabezado por Jesús Ancer.

Sin embargo, la historia de Da Vinci en México es peculiar. El primer robot entró, digamos por la puerta de atrás en el 2009, pero la empresa importadora no le pagó al corporativo Intuitive Surgical Inc con sede en Sunnyvale, California (cotiza como ISRG en NASDAQ), que es una de las empresas de tecnología médica de mayor crecimiento. Su valor de capitalización accionaria es de US$ 24.000 millones. Con esa experiencia negativa en México, ISRG decidió que no le interesaba el mercado mexicano.

Por años, frente a otros países de América Latina como Brasil, Argentina, Colombia, Venezuela y Chile, que fueron avanzando en cirugía robótica, México se rezagó.

Pero en el 2012 otra empresa mexicana, Cyber Robotics Solutions, logró convencer a ISRG de regresar a México, y esta vez está siendo todo un éxito. La nueva empresa ha implementado en el país nueve programas de cirugía robótica en los siguientes hospitales: Tec San José y Ángeles Valle Oriente en Monterrey, Nuevo León; Puerta de Hierro en Guadalajara, Jalisco; Dr. Manuel Gea González, Hospital Central Militar y 20 de Noviembre del ISSSTE en la ciudad de México; Hospital Ángeles Lomas y Ángeles del Pedregal —ambos de la ciudad de México— y el Hospital Regional de Alta Especialidad en Zumpango, estado de México.

El robot de Tec San José había quedado parado y fue reactivado por Cyber Robotics; con los otros ocho hospitales empezó desde cero con su programa de cirugía robótica. Para cada hospital ha implicado inversiones de entre US$ 3 y 5 millones, lo cual abarca desde la adaptación del espacio, la instalación del equipo, capacitación y entrenamiento hasta proveeduría de instrumental por tiempo determinado.

Alejandro Marina, sociodirector y fundador de Cyber Robotics, es positivo en torno al futuro de la cirugía robótica en México dado el rezago y dada la necesidad existente. Para dar una idea, Brasil ya tiene 35 robots Da Vinci, e Italia, que es una cuarta parte de la economía de México, tiene 80. En Estados Unidos, el principal mercado de la industria mundial de la salud, hay más de 2.300 de estos robots.

Marina piensa poner a nivel a México en este segmento. Si en 10 años logra vender como prevé unos 60 Da Vincis, le significaría ingresar unos US$ 300 millones.

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