América Latina: Falta inversión para curar la leucemia mieloide crónica

Miércoles, 20/07/2016

Nuevos medicamentos de Novartis necesitarían de una mejor infraestructura en la región para ser utilizados detectando el tipo de enfermedad del paciente.

Diario Las Américas. Durante la Reunión Anual de la Sociedad Americana de Oncología Clínica (ASCO) y el Congreso de la Asociación Europea de Hematología (EHA) que se llevaron a cabo este verano, Novartis presentó los resultados de dos prometedores estudios en el área de la leucemia mieloide crónica (LMC), en los que más del 50% de los pacientes participantes pudieron mantenerse en remisión de la enfermedad sin necesidad de continuar con su régimen de tratamiento.

Se trata de los ensayos ENESTfreedom y ENESTop, los cuales evaluaron la suspensión del tratamiento en pacientes adultos con LMC con una alteración en el cromosoma Filadelfia (Phi+) respectivamente, después de alcanzar una respuesta molecular completa y una respuesta molecular profunda durante un año con nilotinb como tratamiento de primera línea; y después de haber alcanzado una respuesta molecular profunda sostenida durante un año con nilotinib en segunda línea, tras un tratamiento con imatinib.

La LMC es un tipo de cáncer que se desarrolla cuando las células productoras de sangre de la médula ósea generan demasiados glóbulos blancos. El 95% de los pacientes desarrollan la enfermedad producto de una fusión genética en el cromosoma Phi+ de las células de la sangre, que las estimula a reproducirse descontroladamente y de forma irregular.

El Dr. Carlos Garay, vicepresidente y director médico de Novartis Oncology para América Latina y Canadá, explica que la enfermedad puede afectar a cualquiera y que, si bien es más común en adultos entre 50 y 60 años, la enfermedad puede detectarse incluso antes de los 45 años de edad.

“Generalmente, una persona que suele estar bien de salud, empieza a sentirse fatigado, o a presentar un catarro o una fiebre crónica, y acude al médico, donde una serie de estudios, incluyendo un conteo sanguíneo y una biopsia de la médula ósea, permitirá el diagnóstico de la enfermedad”, comenta Garay.

Según Garay, “El descubrimiento del papel del cromosoma Phi+ en esta enfermedad fue clave para una cantidad de avances que nos han llevado hasta donde estamos hoy, con el potencial de tener pacientes curados, que no tienen que tomar más un medicamento que es de por vida, siguiendo un monitoreo óptimo”.

De hecho, la identificación del cromosoma Phi+ facilitó que a principios de la década de 1990, se desarrollara el primer tratamiento dirigido a bloquear la actividad de esta fusión anormal en el cromosoma Phi+, efectivamente matando a las células irregulares y permitiendo a los pacientes ver una disminución en sus síntomas en cuestión de semanas. Pero además de eso, ha permitido una evolución en los procesos diagnósticos y de monitoreo de esta enfermedad, en donde hoy el estándar internacional es realizar regularmente pruebas moleculares capaces de detectar hasta una célula con la mutación en el cromosoma Phi+ entre más de un millón.

“Precisamente, los pacientes que clasificaron para participar en estos estudios son pacientes que en sus monitoreos regulares lograron una respuesta molecular completa, cuantificada con el estándar internacional de logaritmo mayor de 4; es decir, aquellos que, tras hacerse sus pruebas moleculares de seguimiento, no encontraron ni una célula irregular en una muestra de más de un millón de células”, explica Garay.

Para aquellos pacientes que participaron en los estudios, los resultados –aun no concluyentes– son la esperanza de un futuro con mejor calidad de vida y una importante reducción en los costos del manejo de su enfermedad. La expectativa de Novartis es que más pacientes se puedan beneficiar en el mediano plazo, dependiendo del resultado de las conversaciones con las autoridades reguladoras en varios países, que ya están en curso.

Sin embargo, la infraestructura de salud de América Latina representa un desafío; pues lo que es considerado el estándar internacional para el óptimo diagnóstico y monitoreo molecular de la enfermedad, es sólo una realidad en las grandes ciudades de la región. “La mayoría de los laboratorios disponibles en el interior de nuestros países no cuentan con las capacidades de realizar pruebas tan sensibles como para identificar a los pacientes que podrían entrar en este tipo de protocolos. Si estos estudios representan un cambio en la historia de esta enfermedad, es necesario que los gobiernos de la región y demás actores involucrados, inviertan en la tecnología necesaria para poder hacer el diagnóstico y seguimiento adecuado de los pacientes con LMC”, concluye Garay.

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