Desaconsejan opioides para el dolor de espalda

Viernes, 24/06/2016

De acuerdo a los estudios registrados hasta el momento, solo los efectos a corto plazo de los medicamentos se han podido demostrar. 

El Observador. La muerte de Prince se unió a una larga lista de reportes sobre los peligros de los opiáceos, drogas que suelen ser prescriptas para el dolor de la baja espalda y los problemas músculo-esqueléticos.

Sin embargo, como señala la Harvard Medical School, no existen estudios que apoyen el uso de opiáceos en este tipo de pacientes. Según consigna la facultad en su página web, los opiáceos eran utilizados para aplacar el dolor de pacientes con cáncer avanzado y mejorar su calidad de vida, lo cual llevó a que los doctores monitorearan el dolor como cualquier otro signo vital. Eso, unido al esfuerzo de las farmacéuticas por promover nuevas formulaciones de drogas, motivó un incremento en la asignación de opiáceos para otro tipo de padecimiento crónico.

"El problema es que este cambio fundamental no contaba con pruebas de que los opiáceos ayudaran a la gente a manejar mejor su dolor y a minimizar el efecto en sus vidas", señala el doctor Steven Atlas en la web de la Harvard Medical School. Según agrega, los beneficios pueden verse en el corto plazo, pero el uso de estas medicinas de forma prolongada no ha sido evaluado con el cuidado necesario. Algunos de los riesgos posibles incluyen tolerancia, efectos colaterales y dependencia o adicción al opiáceo.

Un estudio de JAMA Internal Medicine -que revisa literatura médica al respecto- permitió concluir que solo los beneficios a corto plazo han sido demostrados, y que la magnitud de los mismos es modesta. "Este estudio y otros anteriores demuestran que el salto en el uso de opiáceos fue prematuro", y "no ha ayudado a los pacientes a volver a su nivel previo de actividad ni a disminuir los números de discapacidad. Lo que sí está quedando claro son las tasas de adicción, sobredosis y riesgo de muerte atribuido a los opiáceos de prescripción", añade Atlas.

La solución para este tipo de padecimiento no involucra pastillas, inyecciones o cirugía, sino que los tratamientos deberían enfocarse a que los pacientes se mantengan activos y aprendan a manejar el dolor a través de ejercicio, educación, yoga y técnicas mente-cuerpo. Esto no implica que los pacientes que ya consumen opiáceos dejen de un día a otro, dada la costumbre del cuerpo, sino que aprendan, con asistencia médica, a pasar de forma progresiva a otro tipo de tratamiento.

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