Colombia: La oposición de Profamilia a la regulación de los anticonceptivos
Primero, una aclaración: antes de escribir este artículo, El Espctador llamó dos veces a Profamilia. Insistimos en la necesidad de conversar acerca de su postura frente al proyecto con el que el Ministerio de Salud busca regular el precio de 1.645 medicamentos, entre ellos, más de cien presentaciones de anticonceptivos. Su primera respuesta fue clara: “No tenemos ningún posicionamiento”. En la segunda ocasión sucedió algo similar. Pese a que reiteramos nuestro interés en entender las razones por las que se oponían a la medida y en comprender mejor su relación con Bayer, su posición no varió. ¿Imposible? “Imposible”. También intentamos conversar con este laboratorio. Tampoco tuvimos suerte.
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El 8 de junio, en horas de la mañana, hubo una reunión en el Ministerio de Salud. Bayer había solicitado un espacio para plantear sus inquietudes sobre la nueva tanda de medicamentos que bajarían de precio y que, según cálculos de esa cartera, permitirían un ahorro de $366 mil millones (US$ 127 millones). Varios de los anticonceptivos producidos por esta multinacional estaban en la lista. Pero el encuentro generó inquietud entre algunos funcionarios. La empresa no había llegado sola. Fue acompañada de un representante de Profamilia. También por dos profesores de la U. del Rosario.
Aunque el disgusto de la farmacéutica era comprensible (había vendido más de $36 mil millones o US$ 12,5 millones en anticonceptivos en 2017), era difícil entender la presencia y postura de una entidad que ha promovido por décadas la defensa de los derechos sexuales y reproductivos en Colombia. La sorpresa había empezado semanas antes. Marta Royo, directora de Profamilia, les había manifestado su posición: bajar los precios de los anticonceptivos era un tema que poco tenía que ver con mejorar el acceso.
De acuerdo con el equipo de regulación del Minsalud la posición de Profamilia es que el debate a cerca de los anticonceptivos debe trascender los aspectos económicos de los medicamentos. La política pública debería orientarse a derribar otras barreras de carácter individual, contextual y estructural.
Para el Ministerio la posición de Profamilia no contradice la regulación. En un contexto complejo y multicausal como este, precios más asequibles, si bien no solucionan todos los problemas, sí contribuyen en alguna medida a eliminar barreras de acceso.
Un liderazgo histórico
Es difícil encontrar algún médico que no reconozca el rol que ha desempeñado Profamilia en el último medio siglo. Desde que nació en 1965, esta entidad privada acumula una larga lista de esfuerzos que la han ubicado como un referente a la hora de hablar de anticoncepción y derechos sexuales. La realización de la primera Encuesta Nacional de Demografía y Salud en 1990, el impulso de programas que han impulsado el uso de anticonceptivos, la atención y defensa de las interrupciones voluntarias del embarazo (más de 10.500 el año pasado) son solo algunas de sus contribuciones.
Pero quizás por ese liderazgo ha resultado cuestionable su postura frente a la regulación de precios y su apoyo a Bayer, laboratorio que, de acuerdo con los cálculos del Observatorio del Medicamento de la Federación Médica (Observamed), concentra el 27 % de las ventas de los anticonceptivos que bajarán de valor. Solo la comercialización de los más populares (Yasminiq y Yasmin) le dejaron ingresos a esta multinacional por $32.340 millones (US$ 11,2 millones) el año pasado.
Saber con precisión las razones de la defensa de Profamilia no es fácil, si se rehúsan al diálogo, pero sus informes dan algunas pistas. En 2013 anunció como una de las noticias más importantes del año la consolidación de una alianza con Bayer. Fue un acuerdo que le permitió comercializar el 70 % de los productos de salud femenina de ese laboratorio. “Profamilia se convierte así en el primer distribuidor exclusivo que Bayer manejará en la región”, redactaron en el documento. Páginas más adelante resaltaban un argumento que riñe con su postura actual: “La pobreza limita el goce efectivo de derechos, restringe el ingreso al sistema educativo, el uso de métodos anticonceptivos y condones o la prevención de embarazos no deseados o no planeados”.
Ese había sido un buen año para Profamilia. Su unidad de Farma había crecido 28 %, lo que representó unos ingresos por casi $37 mil millones (US$ 12,8 millones). Pero era una cifra que se quedaba pequeña frente a la de 2014. “Profamilia Farma obtuvo un crecimiento en ventas del 83 % con relación al 2013”, escribieron en el informe de gestión. Eso les había permitido ubicarse en el puesto 37 del ranking de laboratorios en Colombia. Habían avanzado 15 posiciones en solo un año. “Se debió principalmente a la alianza con el laboratorio Bayer”. Cyclofem (inyectable), y las píldoras Microgynon (de Bayer) y Postinor habían sido sus productos más vendidos.
Ese año la multinacional le había entregado a Profamilia diez productos nuevos para que los distribuyera de manera exclusiva. Los beneficios de esa alianza eran claros: las ventas de esos artículos dejaron $25.500 millones (US$ 8,8 millones). Las ganancias también eran el resultado de una estrategia de promoción de sus artículos que incluyó la visita a 2.600 médicos en Colombia. Eso “se evidenció en un aumento en la formulación de los productos del portafolio Farma, ubicando a Profamilia en el puesto 13 de los laboratorios”, concluyeron en 2014.
La estrategia se intensificó en 2015. Visitaron a 3.685 médicos y, además, en el escalafón de laboratorios ascendieron al puesto 19. De la alianza con Bayer apenas mencionaron el apoyo del laboratorio en un trabajo social hecho por la clínica de Cúcuta tras el inicio de la crisis en la frontera.
En los años siguientes, al menos en sus informes anuales, no hay indicios del pacto con Bayer, pero el mercado de anticonceptivos siguió creciendo para Profamilia. De $39.500 millones (US$ 13,7 millones) que habían generado en 2015, los ingresos aumentaron a más de $43.700 millones (US$ 15 millones) en 2016, una cifra muy superior a la que generaban el resto de productos. También lograron impactos valiosos: sus campañas llegaron a 44.500 jóvenes universitarios.
El año pasado, sin embargo, los ingresos por anticoncepción cayeron 11,4 %, pero la consolidación en el mercado de esos fármacos les permitió, como escriben, garantizar la rentabilidad de Profamilia. En el mercado hormonal ocuparon el sexto lugar entre las farmacéuticas del país y en el de inyectables su participación fue del 41 %. Otro indicador que resaltaban era haber distribuido medicamentos a más de 7 mil farmacias en toda Colombia.
Muchas preguntas quedan sobre la mesa para los directivos de Profamilia. ¿Por qué Profamilia parece no estar de acuerdo con que el Minsalud baje los precios de los anticonceptivos? ¿Su posición tiene algo que ver con la estrecha relación que ha mantenido con Bayer? ¿La alianza se mantiene vigente? Si tiene alguna relación, ¿cuál es el camino para evitar que estos pactos comerciales no influyan en estas discusiones? ¿De qué manera impactará la regulación a las finanzas de Profamilia, teniendo en cuenta que la venta de estos productos representa una de sus principales fuentes de ingresos?
Es difícil responder estas preguntas ante el silencio de Profamilia y de Bayer. Pero a los ojos de otra persona cercana a esta discusión y que prefiere no ser citada, más que reflejar una postura poco ética, lo que muestra este caso es una distorsión del mercado farmacéutico. “La distorsión está en que el modelo hace que este tipo de actores como Profamilia se alineen más con el margen de ganancia que pueden obtener de la venta de medicamentos que con el servicio que deberían prestar y la cobertura”, dice.
Al parecer de otra persona que ha estado al tanto del debate hay otro aspecto que no puede eludirse y que crea incertidumbre: “¿Las ganancias de la venta de anticonceptivos se distribuyen bien en otros programas? ¿Cuál es ese margen de ganancia? ¿Debería haber más transparencia sobre ello?”. Estos son otros interrogantes que quedan sin resolver.
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