Superar las sobredosis no disminuye el consumo de opiáceos en EE.UU.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, declaró a principios de este mes que la epidemia de opiáceos que sufre el país norteamericano es una emergencia de índole nacional. “EE.UU. está sufriendo un número de muertes (por sobredosis) cada tres semanas igual al de los ataques del 11 de septiembre”.
De hecho, actualmente su uso indebido es la primera causa de muerte accidental, superando a los fallecidos por arma de fuego y en accidentes de tráfico. De ahí que sea imprescindible llevar a cabo diversas intervenciones que logren frenar estas cifras alarmantes.
Sin embargo, una nueva investigación publicada hoy en la revista JAMA afirma que a pesar de recibir atención médica por una sobredosis, muchos pacientes continuaron un uso persistentemente alto de opiáceos recetados, como morfina, codeína o tebaína.
Liderado por científicos de la Universidad de Pittsburgh, el trabajo sostiene que tras dicha dosis excesiva apenas se observan ligeros aumentos en el uso de tratamiento asistido por medicamentos para frenar la adicción.
Para llegar a esta conclusión, el equipo analizó a 6.013 pacientes de 12 a 64 años afiliados a Medicaid –programa para el cuidado de la salud en personas de bajos ingresos de Pensilvania (EE.UU.)– con sobredosis ocurridas desde 2008 hasta 2013 (2.068 por heroína y 3.945 por opiáceos prescritos).
Su objetivo fue comparar el consumo y duración de uso de estas sustancias con receta y las tasas de tratamiento asistido antes y después de una sobredosis (con un cóctel conocido como MAT que consta de buprenorfina, naltrexona –ambos sintetizados a partir de la tebaína– y metadona –opioide sintético–).
Así, los investigadores descubrieron que cualquier prescripción disminuyó después de una sobredosis: en el caso de la heroína desde un 43,2% hasta un 39,7%; y en el de opiáceos prescritos, desde un 66,1% antes a un 59,6% después.
El porcentaje de afiliados con una duración de 90 días o más de prescripción de opiáceos disminuyó en el grupo de heroína (del 10,5 al 9%) y en el grupo de opiáceos recetados (del 32,5 al 28,3%). Por su parte, el uso del combinado de medicamentos aumentó después de la sobredosis de heroína de 29,5 a 33% y después de la de opioides prescritos de 13,5 a 15,1%.
Una respuesta pobre ante un problema enorme
A pesar de que las cifras son positivas, los expertos subrayan que estos hallazgos solo indican "una respuesta del sistema de salud relativamente débil a un evento potencialmente mortal”.
Por cada sobredosis de estas sustancias que acaba con la muerte del usuario, hay aproximadamente 30 sobredosis no fatales. Los expertos insisten en que estos casos que reciben atención médica representan oportunidades de intervención para mitigar el riesgo de muerte al reducir la prescripción de opiáceos o abogar por el tratamiento de la adicción.
Los autores recalcan que diversas intervenciones “reducen el riesgo de sobredosis, incluyendo notificaciones a los médicos para los pacientes tratados por sobredosis y la distribución de naloxona por parte del departamento de urgencias".
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