Así es el trabajo tras la rehabilitación física

Viernes, 03/11/2017
El hospital Hospital de Rehabilitación del Callao incorporó un nuevo robot para mejorar los ejercicios terapéuticos.
Andina

Jesús Oblitas Salinas es tecnólogo médico del Hospital de Rehabilitación del Callao. Forma parte de un equipo de profesionales que usará para el tratamiento físico la nueva adquisición del nosocomio: el Armeo Spring, un robot que tiene un sistema intensivo de ejercicios terapéuticos basado en una realidad virtual.

Una mañana una mujer en silla de ruedas y sin ningún control sobre los movimientos de su cuerpo se presentó ante Jesús Oblitas Salinas para pedirle ayuda. El galeno, sólo pudo ofrecerle constancia y mucha terapia física. Ella tenía una enfermedad que desde la niñez le había alterado todas sus acciones durante su crecimiento. Dos años después de aquel encuentro, los ejercicios y la paciencia dieron su primer fruto: la mujer, hoy de 33 años, se paró del asiento y caminó. 

Recordar este episodio de su vida reconforta a Jesús, él sabía que era posible cumplir la promesa si ella se comprometía en lo suyo: no perder la fe y oír las razones del especialista. Este tecnólogo médico es coordinador del área de Neuro Rehabilitación de Adultos del Hospital de Rehabilitación del Callao.

Son tres los especialistas que atienden allí. Cada uno resuelve diferentes patologías. Él es responsable de atender a las personas que tienen lesiones periféricas (parálisis facial, por ejemplo) o medulares (accidentes que afectan las vértebras y la médula ósea).

“Las personas cambian mucho al perder la movilidad de una parte de su rostro o cuerpo. Se deprimen, se aíslan, no desean que nadie las vea. Esta actitud las perjudica mucho, pues afecta su estado emocional y ánimo”, comenta.

La paciencia es la clave del éxito en la rehabilitación física, afirma. Algunos pacientes se vuelven agresivos; otros se desaniman o se asustan y esos sentimientos no los ayudan.

Desde hace tres años, de 0:7 a 13:00 horas unos 25 pacientes pasan por sus manos diariamente según un plan de tratamiento que responde a la complejidad del mal. Compresas calientes, terapias láser o ejercicios faciales son la llave para reconciliarse con la vida. 

Jesús lo sabe, y reza antes de empezar su jornada laboral, estira sus manos y brazos, ríe y le agradece a Dios la posibilidad que le da de ayudar a tanta gente desesperada. 

Experiencia 

Antes de laborar en el sector público, estuvo en la práctica privada. Reconoce que en los centros y hospitales, los problemas de salud son complejos y mayores, y las personas, por su condición de pobreza económica, viven con urgencias de toda índole que complican su existencia cotidiana. 

“Uno crece profesionalmente allí, pues los dramas son mayores, las patologías son diversas y las soluciones más audaces y exigentes”, señala.

Pero Jesús, nombre asociado a la salvación divina, también cumple un mandato familiar. Su pasión por las ciencias de la salud le vienen por el lado paterno. Fue nieto de don Hugo Oblitas Valdez, uno de los creadores del programa de tuberculosis en el Perú, y sobrino de destacados médicos. 

Tal vez por ese motivo, su compromiso con los pacientes es natural. Ser amigo, terapista, psicólogo y hasta confidente forma parte de su relación con ellos. Un vínculo que desea fortalecer con más conocimiento y dedicación, dice. Por eso el manejo robótico para Jesús es una innovación que revolucionará el tratamiento de los pacientes neurológicos. La ciencia al servicio del cuerpo y sus movimientos, es su apuesta.

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