La energía nuclear al servicio de la salud
El descubrimiento de la radiactividad y su investigación han impactado beneficiosamente en la salud, pero todavía hay naciones, como Bolivia, en que sus beneficios no llegan a las mayorías.
En 1898, se descubrió el radio (Ra) y, entre sus diversas propiedades, se detectó la capacidad de destruir las células cancerígenas al aplicárseles una radiación ionizada desprendida por este elemento. Desde ese momento, la ciencia atómica se puso al servicio de la salud de las personas y se inició el desarrollo de la medicina nuclear.
La medicina nuclear es un método de diagnóstico y curación de diversas enfermedades en el que se utilizan sustancias radiactivas introducidas en el organismo mediante inyección, ingestión o inhalación.
Se trata de un procedimiento seguro e indoloro, y su efecto es espectacular: la débil radiación emitida por el organismo proporciona una información muy precisa sobre los diversos órganos y sus posibles patologías. La obtención de este tipo de información mediante otros métodos requiere investigaciones costosas o la intervención quirúrgica, o bien es del todo imposible. La particularidad del método consiste en que la radiación proviene del interior del órgano, en vez de transmitirse desde fuera como sucede en el caso de los rayos X.
Esto permite estudiar en más detalle el órgano en cuestión: la imagen obtenida no solo muestra las anomalías anatómicas, como en los casos arriba mencionados, sino también los procesos biológicos. Por ejemplo, la tomografía por emisión de positrones (TEP) puede localizar con exactitud muchas enfermedades solo por la forma en que se utiliza el azúcar en un determinado órgano.
Por desgracia, en Bolivia -que acordó con Rusia construir un centro nuclear- no todos los ciudadanos tienen acceso a la atención médica de calidad, y por eso está tan extendida la medicina popular, cuyos métodos curativos han dado buenos resultados a lo largo de siglos y ayudan en muchos casos, aunque no en todos. Las enfermedades más graves, incluyendo todos los tipos de cáncer posibles, solo se pueden diagnosticar a tiempo –aumentando significativamente las oportunidades de curación– con los métodos más modernos y, sobre todo, con las posibilidades que ofrece la medicina nuclear.
La medicina nuclear utiliza los rayos gamma, similares a los que se usan en una fluoroscopia. La débil radiación emitida por el órgano observado se registra con una cámara especial instalada a unos centímetros del cuerpo del paciente. Esto toma varios minutos, las cámaras funcionan sin ruido, sin molestar al paciente, y la información obtenida puede ser imprescindible en muchos casos, como por ejemplo, al examinar el funcionamiento del corazón y de la circulación sanguínea en el cerebro, las neuronas, el funcionamiento de los riñones, los pulmones y el estómago, la absorción de las vitaminas y la solidez del tejido óseo. La medicina nuclear puede identificar el cáncer y establecer las posibilidades de su curación, localizar contracciones epilépticas, las enfermedades de Parkinson y Alzhéimer, las consecuencias de un infarto cardíaco y el estado de los órganos trasplantados.
Aparte de su utilidad diagnóstica, la medicina nuclear también cumple una función terapéutica. Se utiliza con efectividad en el tratamiento de los dolores óseos de origen cancerígeno, y también en la enfermedad de Graves-Basedow. La cantidad de material radiactivo utilizado en la medicina nuclear es muy pequeña, por lo cual el riesgo de la radiación no es superior al riesgo de una radiografía común.
No conviene olvidar que el organismo humano está sometido constantemente a la radiación de fuentes naturales y artificiales: aire, agua, el suelo, las rocas… Incluso hay átomos del cuerpo humano que son radiactivos, y también lo son muchos productos industriales (por ejemplo, los televisores a color, las señales luminosas de 'Salida' y los discos luminiscentes de los relojes de pulsera). El modo y el lugar de aplicación de los materiales radiactivos en la medicina nuclear está estrictamente regulado.
Uno de los casos más precoces de la aplicación de la medicina nuclear se produjo en 1946, cuando, con el objetivo de estudiar la glándula tiroides, se incluyó por primera vez el yodo radiactivo en el llamado “cóctel atómico”. ¡La radiación destruyó las células cancerígenas!
El uso extendido de la medicina nuclear comenzó a principios de los años 50 del siglo XX. El primer escáner de diagnóstico nuclear fue introducido por Benedict Cassen en 1951. Como complemento para la cura del cáncer de tiroides, el yodo radiactivo, en dosis significativamente menores, se utilizaba para estudiar el funcionamiento de esta glándula y diagnosticar las enfermedades relacionadas con ella.
En los años 60, se observa un aumento de la popularidad de la medicina nuclear como especialidad independiente. En los 70, la medicina nuclear consiguió acceder a la mayor parte de los órganos, incluyendo el hígado, la localización de tumores cerebrales y el estudio del tracto gastrointestinal. En los 80, se elaboraron fármacos radiactivos para diagnósticos críticos, tales como las enfermedades cardíacas y el cáncer.
Cada año, aumenta el número de centros de medicina nuclear en todo el mundo, y pronto puede aparecer un centro de este tipo también en Bolivia. Y esto significa que decenas de miles de personas podrán recibir el tratamiento necesario contra enfermedades mortales.
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