El médico que no cree en los medicamentos para sanar

Martes, 03/01/2017

Absolutamente nada de lo que pasa en nuestro cuerpo ocurre sin que la mente haya dado una instrucción previa. Eso es lo que le dice José Gerardo Albán, médico de la Universidad de Caldas en Colombia, a sus pacientes.

Mariana Rolón Salazar, El Espectador. Una de las razones por las que José Gerardo Albán empezó a investigar la medicina para la felicidad fue por su experiencia universitaria, hace 30 años, “donde los profesores no nos enseñaban medicina alternativa, sino chamanismo, brujería”, dice él. Como una respuesta a ese vacío en su formación profesional, decidió estudiar programación neurolingüística, una manera de entender en profundidad cómo la mente es capaz de enfermarnos o curarnos.

Por eso es que Albán dice que no cura ni una gripe, sino que más bien se dedica a enseñarle a la gente a llevar una vida saludable utilizando el poder de la mente, incluso cuando sufren de enfermedades terminales como el cáncer o el lupus. Así lleva 15 años estudiando la relación que existe entre la mente y las enfermedades del cuerpo.

-¿Cómo tratar desde la mente enfermedades terminales?

-Usted parta de una premisa: absolutamente nada de lo que pasa en mi cuerpo ocurre sin que mi mente haya dado una instrucción. Lo dice la Organización Mundial de la Salud: el 85 % de las enfermedades tienen origen mental, se llaman psicosomáticas y allí entran todas las enfermedades, excepto las intoxicaciones, envenenamientos o accidentes.

La mente inconsciente controla el cuerpo de manera indirecta. El 95 % de lo que nosotros hacemos, sucede sin darnos cuenta. Esa mente inconsciente es la que hace que se me suba la presión o que me dé taquicardia.

-¿De qué manera actúa esa mente inconsciente?

-Cada pensamiento que tenemos genera cambios en el sistema nervioso-central. Esos cambios hacen que se liberen sustancias que van a producir transformaciones en el cuerpo. Cuando usted tiene pensamientos como el estrés o la rabia, empieza a inundar su cuerpo de sustancias negativas que finalmente lo hacen enfermar.

-¿Qué decirle entonces a las personas diagnosticadas con cáncer, que además de los tratamientos también pueden apoyarse en su mente?

-Le voy a contar una historia. En 1980, a Geerd Hamer, un médico oncólogo alemán, le mataron un hijo y pocos años después le diagnosticaron a él cáncer de testículo y a su esposa cáncer de seno. Se preguntó si había algo que los dos tuvieran en común que les hubiera generado cáncer: el dolor de la muerte de su hijo. Comenzó a investigar si el cáncer aparecía como una respuesta fisiológica ante una situación de estrés profundo y dolor y encontró que el 100 % de sus pacientes tenían un antecedente emocional previo.

Sus colegas le preguntaron entonces ¿por qué se muere la gente de cáncer? y él dijo: de programación mental. Para que una sola célula de cáncer se convierta en un tumor deben pasar años, nadie se acuesta un día sano y al otro día amanece con cáncer.

La gente no se muere de cáncer, sino de miedo a morir de cáncer. Cuando usted se llena de pánico porque se va a morir, empieza a liberar sustancias negativas.

-Si el 85% de las enfermedades son de origen mental, ¿por qué no se ha hecho más énfasis en tratar estas enfermedades en vez de otras especialidades?

-Yo trabajé como director científico de Coomeva Medicina Prepagada y les decía a mis jefes: hagamos una jornada de salud mental donde invitemos a la gente a ir al psicólogo. Me decían que no porque “nos van a decir que estamos enloqueciendo a todo el mundo”, porque desafortunadamente se piensa que quienes van al psicólogo son los que están locos. Entonces no existe esa cultura.

-¿Frente a otros países cómo está Colombia en el tratamiento de sus pacientes con medicina alternativa?

-Este es un problema serio, pues en el mundo quienes mueven la salud son las multinacionales farmacéuticas. Ellas hacen congresos mundiales e invitan a todos los médicos porque eso mueve miles de millones. Yo le estoy contando a usted que uno no necesita tomar nada, entonces ¿esto quién lo patrocina? Nadie.

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