Casi US$ 31.000 millones cuestan las enfermedades cardiovasculares y metabólicas en A. Latina
Con 90 millones de personas diagnosticadas cada año por alguna cardiopatía, el impacto en la economía, los sistemas de salud y sociedad es inmenso.
Deloitte Access Economics Australia / Cluster Salud. A medida que aumenta en Latinoamérica la prevalencia de pacientes con insuficiencia cardíaca y enfermedades metabólicas concomitantes, tales como la diabetes tipo 2, también aumentan los costos directos e indirectos para los pacientes y para la sociedad.
Así se desprende del primer análisis regional sobre el peso de estas condiciones en la región dónde, todos los años, aproximadamente 89,6 millones de personas son diagnosticadas con cardiopatías. En Latinoamérica la prevalencia de factores de riesgo como la hipertensión es muy alta, y hay menos recursos para combatir las enfermedades, lo cual agrava la carga en la vida de los pacientes y los presupuestos nacionales para los cuidados de salud.
“El impacto lo sienten las personas que sufren de la enfermedad, así como los gobiernos, los negocios las familias y los amigos, en los tratamientos de cuidados de salud, pérdida de productividad, la carga de los cuidadores informales y otros costos”, dice Lynne Pezzullo, investigadora principal de Deloitte Access Economics Australia.
Precisamente, el estudio reciente trata de arrojar luz sobre este peso económico que enfrentan los pacientes y sus sociedades. La investigación (llevada a cabo por Deloitte Access Economics Australia, otras firmas miembros de Deloitte en Latinoamérica, conjuntamente con los aportes de especialistas clínicos de la región y líderes de opinión de importancia clave en colaboración con Novartis) analizó la prevalencia de enfermedades cardio-metabólicas en México, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Perú, Venezuela, Panamá y El Salvador (ver cuadro).
El resultado impacta: un cálculo, sobre bases conservadoras, del costo de estas afecciones en la región (ataques del corazón, insuficiencia cardíaca, fibrilación e hipertensión) las cifra en más de US$ 30.900 millones el año pasado (2015). Para ver esta cifra en perspectiva, el costo de la organización de los Juegos Olímpicos de Río del 2016 se calcula en cerca de US$ 13.200 millones.
¿Por qué ocurre esto? Más allá de que entre los factores de riesgo más comunes de las enfermedades cardiovasculares se encuentran el historial familiar, el origen étnico y la edad, que no se pueden cambiar; otros si pueden hacerlo y estos incluyen: la exposición al tabaco, la alta presión sanguínea o hipertensión, el colesterol alto, el sobrepeso o la obesidad, la falta de actividad física, la diabetes, dietas no saludables y el consumo dañino de alcohol, todos elementos que se pueden corregir y recibir tratamiento.
De hecho, Pezzullo, asevera que existen muchas cosas nuevas y baratas que pueden hacerse para moderar esta realidad: Por ejemplo, “la investigación muestra que la telemedicina y las intervenciones de apoyo estructuradas por teléfono están en el grupo de opciones para la prevención y el tratamiento a bajo costo de estas enfermedades”.
El informe completo, que tiene la intención de crear conciencia sobre estas afecciones y su prevención a costos razonables, fue presentado a cardiólogos, legisladores y líderes del sector de la salud del mundo entero en el Congreso Mundial de Cardiología y Salud Cardiovascular (WCC 2016) de la Federación Mundial del Corazón celebrado en México, del 4 al 7 de junio recién pasado.
Para Jorge Salazar, Director médico de Enfermedades Cardiovasculares y Metabólicas de Novartis en Latinoamérica y Canadá, se trata de un aporte valioso: “Esta investigación nos permite comprender mejor la carga que enfrentan no solo los pacientes de enfermedades cardiovasculares en Latinoamérica, sino también todos los sistemas de cuidados de salud en los que ellos esperan recibir atención”.
Sin duda, el informe es un nuevo llamado de alerta sobre las perspectivas más bien oscuras sobre este tema, a nivel de salud pública regional, ya que si bien nuevos fármacos y tratamientos mejoran mucho las posibilidades de sobrevida en varios de los subgrupos de enfermos de dolencias cardíacas, el desmedido aumento de la diabetes, producto de la epidemia de obesidad, y el deterioro de la calidad de vida en muchas de las ciudades de la región, unido a las brechas de ingreso, dificultan que las terapéuticas más novedosas sean de acceso universal.
Tal vez es hora de pensar una aproximación integral no sólo por países, sino también por subregiones, en busca de atacar estos males.
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