Contingencia mental en la CDMX
Los traspiés y las pifias se le siguen acumulando al recién estrenado gobierno de la Ciudad de México que, en cada intento de bateo, sigue abanicando sin dar un hit.
La más reciente, brumosa y espesa escena fue la que nos dejó la contingencia ambiental, con una desastrosa estela de caos, suspensión de actividades, cuestionamientos sobre la efectividad de la administración en turno, pero, sobre todo, críticas por su lamentable papel al lavarse las manos y responsabilizar a sus predecesores.
Los índices de partículas suspendidas menores a 2.5 micras –altamente contaminantes y nocivas– se dispararon esta semana como nunca antes debido a incendios ocasionados por la quema de pastizales, lo que llevó a decretar una contingencia ambiental extraordinaria, que puso en jaque a ciudadanos, empresas, escuelas y actividades comerciales, ello sin mencionar los daños asociados a la salud.
La respuesta inmediata de la Jefa de Gobierno fue responsabilizar a las administraciones pasadas: “no dejaron un protocolo especial para las emergencias”, acusó. Por allá del 2017, cuando estaba al frente de la delegación Tlalpan, ya decía que el gobierno central estaba fallando en la creación e implementación de políticas ambientales.
Hablaba desde su experiencia al haber estado al frente de la Secretaría de Medio Ambiente durante la gestión de Andrés Manuel López Obrador como Jefe de Gobierno, por supuesto que tenía experiencia, por supuesto que hablaba con argumentos, por supuesto que, de llegar al puesto de su exjefe, ella, presumían, demostraría cómo se hace.
Tristemente, no fue así. Las redes sociales explotaron y retrotrajeron las propias dosis de veneno de quienes ahora gobiernan cuando era oposición. Aquel tuit en el que criticó al anterior gobierno en una de las contingencias ambientales que padeció la CDMX, cuando les dijo:
“Autoridades esperando que Tláloc les ayude”. ¿Se habrá mordido la lengua? Pero no sólo es el gobierno de la ciudad que se mira en el mismo espejo de la incompetencia, también debería incluir al actual Presidente de México.
Ahora que están en el poder, son incapaces de reconocer su responsabilidad en la falta de políticas públicas a la medida, que ya son su obligación.
Compromiso compartido, por cierto, con López Obrador, quien desde la federación no ha colaborado. Primero, fue hasta que se dio la crisis ambiental que por fin se dignó a nombrar al nuevo coordinador de la Comisión Ambiental de la Megalópolis (CAMe), por lo que operaba sin mandos ni estrategia. Segundo, recortó mil 229 millones de pesos (US$ 64,2 millones) a la Comisión Nacional Forestal, entidad encargada de atender las contingencias agrestes, tales como los incendios que propiciaron la contingencia.
Dimes, diretes y pretextos. Tal vez sea cierto que al llegar al poder no encontraron protocolos de acción, pero ellos mismos llevaban años cuestionando la falta de estos, sin embargo, ahora que ellos son la autoridad lo que más debiera preocuparnos es la clarísima contingencia mental; esa ausencia de ideas y proyecto para resolver una condición que puso a la CDMX en las primeras planas de la prensa internacional.
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