¿Puede México pasar del top20 al top10 en investigación clínica?

Jueves, 24/05/2018
Por Maribel Ramírez Coronel, Periodista en temas de economía y salud para El Economista.
Maribel R. Coronel / El Economista

Dado el veloz avance en el conocimiento de nuestros genes, es decir de la genética y la genómica, es de preverse que las investigaciones para nuevas terapias tomen rumbos insospechados, de modo que todo país que quiera recibir más inversión en este rubro deberá estar preparado.

En el caso de México ya se ven esfuerzos en los organismos de salud pública en busca de alinear el andamiaje y arquitectura institucional y regulatoria vislumbrando que a futuro se pueda aprovechar el amplio potencial para atraer mucha más inversión en investigación clínica que por donde se le vea es algo positivo.

Este empuje está reviviendo después de un rompimiento con las instituciones públicas donde hubo desacuerdos con la industria farmacéutica en particular con el IMSS en torno a la propiedad intelectual de las terapias resultantes; hoy es claro que quien pone el dinero es la empresa farmacéutica y es a quien pertenece la propiedad industrial resultante de las investigaciones. El IMSS está regresando a abrir sus puertas para investigaciones con las farmacéuticas y así también otras instituciones médicas y académicas del país.

Otras instituciones que se están subiendo son el Hospital General de México, el Instituto de Cancerología (Incan), el Hospital Naval Miliar; se pretende incorporar también al Instituto Nacional de Nutrición, institutos donde no se ha dejado de hacer investigación pero la idea es que se haga con mayor intensidad.

Todas las empresas integradas en la Asociación Mexicana de Industrias de Investigación Farmacéutica (AMIIF) que preside Rodrigo Puga, están en el tenor de empujar en favor de la investigación clínica.

Una de las más activas es la megafarmacéutica Pfizer, la multinacional que más invierte en investigación y desarrollo (I&D) a nivel mundial. De los US$ 52.500 millones que Pfizer ingresó en 2017 a nivel mundial, 15% lo destinó a I&D, es decir unos US$ 7.900 millones. De esa cantidad, México -que está entre sus 10 principales mercados- recibió apenas el equivalente a 276 millones de pesos; es irrisoria considerando el potencial y el tamaño del sistema de salud.

A la fecha, Pfizer tiene corriendo 87 protocolos a nivel internacional; de esos México participa en 38 con unos 900 pacientes y 30 centros hospitalarios. El punto es incrementar el número de pacientes participantes porque en función de ello se eleva el aporte económico.

En inversiones en investigación clínica México está en el lugar número 20, pero hay la capacidad para posicionarlo dentro de los 10 primeros; al menos en Pfizer ubican posible ese objetivo y la doctora Gabriela Dávila, directora regional para el norte de Latinoamérica en Investigación Clínica en Pfizer, está empeñada en lograrlo junto con el doctor Alfredo Chi, director médico para Pfizer México.

En ello debe favorecer mucho la firma del convenio sobre el tema firmado en enero del 2017 entre Cofepris, Canifarma, AMIIF, Anafam, el SAT, Aduanas y la Secretaría de Economía con Proméxico.

También se están abriendo opciones para que sea posible investigar sobre terapias génicas y aplicarse modelos innovadores como los estudios Umbrella (diseñados para probar el impacto de diferentes drogas en diferentes mutaciones en un solo tipo de cáncer) o los Estudios Basket o los modelos adaptativos que combinan fases iniciales y tardías del desarrollo clínico.

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