Se trata de moléculas con efectos muy similares a la teixobactina natural, cuyo aminoácido enduracididina, difícil y muy costoso de producir, acaba con las cepas multirresistente del MRSA.
Y no por las cervicales del cuello. Descubren que las estructuras que se alejan de “la regla de la naturaleza” hacen consumir más oxígeno al cerebro. El papel mural y las persianas, otros “villanos”.