Samba: Una molécula que combate la insuficiencia cardíaca
Científicos brasileños desarrollaron una molécula que ayuda a combatir la insuficiencia cardíaca y que puede facilitar el descubrimiento de nuevos fármacos que frenen la enfermedad, que puede ser causada por un infarto que no se trata adecuadamente, hipertensión y problemas con una válvula cardíaca.
La molécula, bautizada de Samba, la descubrieron investigadores del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Universidad de São Paulo (ICB) en cooperación con la Universidad de Stanford (Estados Unidos), según fue publicado en la última edición de la Nature Communications, una de las revistas sobre ciencias naturales más prestigiosas del mundo.
El tratamiento con la nueva molécula sintetizada frenó la progresión de la insuficiencia cardíaca en animales. Los ratones con insuficiencia cardíaca tratados durante seis semanas con la molécula presentaron una estabilización de la enfermedad y una mejora en su estado, con un aumento en la capacidad de contracción del músculo cardíaco.
"La mayoría de los medicamentos disponibles hoy día para tratar la insuficiencia cardíaca se desarrolló en la década de 1980 y actúa fuera de las células cardíacas. Necesitamos medicamentos más eficaces que controlen los procesos críticos en la célula cardíaca afectada, capaces de aumentar el tiempo y la calidad de vida de los pacientes. Pero esta es una tarea ardua", explicó el profesor del ICB y coordinador del estudio, Julio César Batista Ferreira.
La molécula también fue probada en células cardíacas humanas, frenando el avance de la enfermedad y mostrando una mejora en la capacidad de estas células para contraerse.
"Las drogas actuales retrasan la progresión de la enfermedad, pero nunca la hacen retroceder. Lo que mostramos es que, al regular esa interacción específica, se desacelera la progresión de la enfermedad y se disminuye su gravedad", aseguró Ferreira.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la insuficiencia cardíaca es la última etapa de una serie de enfermedades cardiovasculares, que son las más mortales del mundo.
Se calcula que 17,7 millones de personas murieron a causa de enfermedades cardiovasculares en 2015, lo que representa el 31 por ciento de todas las muertes en el mundo.
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