Colombia: 15 mil errores en la entrega de medicamentos en nueve años

Martes, 12/04/2016

Quienes los entregan y los médicos, que fallan al formular, fueron los principales responsables de estos errores. 

El Espectador. A finales de 2015, Jorge Enrique Machado, Paula Moreno y Juan Moncada publicaron un estudio en la revista española Farmacia Hospitalaria en el cual mostraban que algo en Colombia estaba fallando a la hora de distribuir medicamentos a los pacientes hospitalizados. Ellos, del Grupo de Investigación de Farmacoepidemiología y Farmacovigilancia de la U. de Pereira, habían analizado una base de datos de 26 hospitales, con registros desde enero de 2008 a septiembre de 2013, y encontraron que en ese lapso se habían cometido un poco más de 9 mil errores en medicación. Aunque la mayoría de ellos no afectaron a los pacientes, 567 usuarios tuvieron algún inconveniente y 17 padecieron un daño.

El ejercicio, que estudiaba los medicamentos entregados por la empresa Audifarma a los hospitales, quizás la más grande dispensadora de fármacos en el país, les dio pistas sobre un problema que se ha estudiado muy poco en el país. Por eso, Machado, Moreno y Moncada quisieron volver a indagar por la misma complicación, pero esta vez en un escenario más amplio: los medicamentos que reciben los pacientes en las farmacias luego de que un médico les da la respectiva fórmula.

Tras analizar los servicios prestados a 6,5 millones de personas entre los primeros días de 2005 y septiembre de 2013, encontraron que se habían cometido casi 15.000 errores en medicación. Para ser exactos, 14.873. Sus resultados los publicó en su página web la revista Biomédica, la más importante del país en temas de salud, y saldrá en la versión impresa de septiembre de 2016.

Aunque la cifra puede sonar escandalosa, en palabras del profesor Machado, estos errores pueden ser pocos si se tiene en cuenta que mensualmente se distribuyen unos dos millones de fórmulas, es decir, algo así como 24 millones al año. Pero Machado también admite que puede ser la punta de un iceberg, pues “es difícil imaginar cuántos errores se cometen realmente. Nadie reporta el 100 %. Esto nos indica que hay que crear programas de farmacovigilancia en el país mucho más serios”.

En cifras, sus análisis mostraron que, de esa cantidad de equivocaciones, unas 3 mil alcanzaron a los usuarios. Y pese a que buena parte de ellos se percataron a tiempo de que les habían dado un fármaco que no correspondía a su fórmula o su enfermedad, 1.475 de ellos sí lo ingirieron. La gran mayoría no padeció consecuencias, pero 79 sufrieron alguna clase de daño, otros cuatro pacientes tuvieron complicaciones serias y es posible que otros dos hayan muerto por esa causa.

Aunque es difícil hallar culpables, los investigadores encontraron que en esa cadena de suministro de medicamentos, en la que participan desde el doctor que formula hasta la persona que distribuye, el principal error lo cometen quienes hacen la entrega en una ventanilla después de que el usuario de una EPS hace largas filas. Estas personas fueron los responsables de casi 5.548 casos. Los siguientes en la lista son los que prescriben. Los médicos se descuidaron 4.006 veces. Por suerte, sus despistes no llegaron a ser graves.

Hay, además, otro punto que llamó la atención del grupo: el hecho de que se cometieran más errores en los medicamentos para tratar problemas de oídos o complicaciones en los ojos. Esos errores tienen dos veces más probabilidades de alcanzar al paciente que cualquier otro fármaco, se lee en el artículo de Biomédica.

Pero hay otras distracciones que preocupan más, pese a que en los datos estudiados no las encontraron: las que implican el suministro de antibióticos. ¿Por qué? Porque estos sí provocan reacciones adversas serias, y más en un país como Colombia, donde son de libre venta. Ya en varias ocasiones la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha advertido sobre uno de los más graves problemas que pueden provocar: crear bacterias superresistentes que sean cada vez más difíciles de combatir.

El año pasado esa entidad mostró la magnitud que podría tener ese desafío si no trataban de frenarlo. Tras encuestar a 10 mil personas en 12 países, vieron con preocupación cómo el 64 % de ellas pensaban que los antibióticos eran para tratar resfríos y gripes, no agentes bacterianos.

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