81,3 % de los chilenos realiza menos actividad física que la recomendada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), de acuerdo con los resultados de la reciente Encuesta Nacional de la Actividad Física y Deporte. El sedentarismo aumenta el riesgo cardiovascular aún más multiplicando por tres el efecto de la diabetes tipo 2, la obesidad y la hipertensión y, por ende, incrementa los casos catastróficos y los costos en salud.

La situación se ha tornado en un problema país, que debe ser abordado desde todos los ángulos. Uno de ellos consiste en incorporar a la Ley de Etiquetado Nutricional los avisos en los alimentos ya preparados, en las comidas rápidas, tanto en los supermercados como en las cadenas de este tipo y, en general, en lo que se vende hoy día en la calle.

Además, es fundamental contar con una oferta de dieta saludable, de sabor y gusto adecuados (palatable), subvencionada económicamente, para competir con la comida rápida existente. En Francia, por ejemplo, abordaron el problema facilitando a los niños la compra de productos saludables en los colegios, a través de la bonificación, lo cual debería ser una política de Estado.

También es vital desarrollar campañas educativas masivas en educación nutricional que estén dirigidas a profesores y a escolares; así como a las mujeres embarazadas, acompañadas con los chequeos médicos y entrega de alimentos subvencionados o gratuitos, tales como la leche.

El cambio más difícil es el de la actividad física. Hay que facilitar lugares públicos para el ejercicio. Tenemos que hacer que los colegios abran las puertas después de su horario habitual, con oferta de competencias y actividades lúdicas que entretengan.

El resto es fomentar actividad física con base en campañas, que es lo que está haciendo el Programa Elige Vivir Sano.