Un experimento demostró que después de seis semanas de ejercicio, se producía un cambio positivo en la composición de microorganismos de los voluntarios.
Un grupo de investigadores de la Universidad de Stanford, en EE.UU., ha recopilado la actividad física de más de 700.000 personas en todo el mundo gracias a estos dispositivos.
Un estudio, liderado por la Universidad Politécnica de Madrid, ha permitido analizar los beneficios que se obtienen a través del ejercicio aeróbico interválico en pacientes adultos activos que padecen este trastorno.
Así se desprende de una estudio nacional, que describe los hábitos de 73.000 adultos. En teoría, una mayor actividad física debería reducir las tasas de obesidad y diabetes, pero los beneficios del ejercicio pueden tardar unos años en aparecer.
Se trata del primer experimento que prueba los efectos combinados del ejercicio y esta bebida en las redes cerebrales funcionales en la corteza motora y las conexiones secundarias entre la corteza motora y la insulina, que apoyan la movilidad.
O, al menos, lo era. Nueva evidencia sobre la activación de un par de genes relacionados con el tejido adiposo revela que los Hamlets golosos no podrán seguir dudando.