Encuentran en el Ártico una proteína relacionada a la resistencia a los antibióticos

Jueves, 31/01/2019
Se trata de la NDM-1, que años antes fue encontrada en la India y aún se explican cómo llegó a este lugar.
El Espectador

A lo largo de 2018 este diario publicó varias noticias relacionadas con uno de los problemas más inquietantes de salud pública: la resistencia que están adquiriendo las bacterias a los antibióticos. “La Organización Mundial de la Salud alerta del elevado índice de resistencia a los antibióticos”, “La resistencia a los antibióticos podría causar 2,4 millones de muertes en los próximos 30 años”, “Las farmacéuticas están dejando de fabricar antibióticos”, fueron algunos de los títulos que llevaban estos artículos y que resumían la complejidad de este asunto. 

A estos mensajes, que suelen parecer apocalípticos, se acaba de sumar una noticia que tiene inquieta a la comunidad científica. En un trabajo publicado en la revista Environmental International, un equipo de investigadores demostró que esos “súper poderes” de las bacterias se están expandiendo a un ritmo muy que nadie esperaba. 

El ejemplo con lo que lo explican es el siguiente: tras tomar muestras de suelo en el archipiélago ártico de Svalbard en 2013, encontraron una proteína que en 2008 había aparecido por primera vez en un hospital Nueva Delhi (India). La NDM-1, como la llamaron entonces, hace que las bacterias se vuelvan resistentes a los antibióticos que deberían combatirlas.

Carlos Pedrós-Alió, profesor de investigación en el Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona (CSIC), le resumió con estas palabras al diario El País de España lo inquietante de este hallazgo: “Esto demuestra lo fácil que es la dispersión. El mundo en que vivimos es muy pequeño para las bacterias”.

A lo que se refiere es que bastaron pocos años para que esta proteína se dispersara por gran parte del mundo. Hoy los registros indican que ya está presente en más de 100 países.

Para descubrir que el Ártico también se había convertido en un territorio con presencia de la NDM-1, los autores tomaron 40 muestras de suelo polar. En total, hallaron 131 genes de resistencia a antibióticos.

¿Cómo llegaron hasta allí? Contestar esa pregunta es difícil, pero los investigadores tienen varias hipótesis. Una de ellas indica que las culpables pudieron ser las heces de animales o de seres humanos que visitaron este territorio. También es posible que se haya transportado en bacterias que algunas aves pueden llevar en sus patas o en sus plumas.

Ante la incertidumbre, Clare McCann, de la Universidad de Newcastle y autora principal del estudio, tiene una recomendación que podría ayudar a despejar las dudas. Según le dijo a El País, hay que comprender cómo se están transmitiendo estas bacterias a través del agua y buscar caminos más efectivos para controlar esa transmisión. Una de las rutas más propicias es mejorar la gestión de los residuos y la calidad del agua a una escala global.

Comentarios