La depresión y la obesidad estarían vinculadas genéticamente
Que la depresión y la obesidad suelen estar relacionadas no es un secreto. De hecho, ya hay varias investigaciones que han confirmado que los pacientes con la segunda, suelen sufrir de la primera.
Lo que no se ha podido establecer es cual aparece primero: ¿es la depresión la causante de los hábitos que llevan a un aumento excesivo de peso? ¿o el aumento excesivo de peso desencadena las respuestas emocionales y metabólicas que pueden terminar en una depresión? ¿acaso los genes que hacen a alguien más propenso a la obesidad se relacionan con aquellos que la hacen más propensa a la depresión?
Una investigación reciente, la más exhaustiva que se ha hecho al respecto, parece resolver el interrogante. De acuerdo con el estudio realizado por investigadores de la Universidad de Exeter (Inglaterra) y la el Centro de Investigación del Cáncer de la Universidad del sur de Australia, encontró resultados preliminares de que un Índice de Masa Corporal (IMC) elevado es un indicador de un alto riesgo de sufrir depresión.
“Un IMC más alto, con y sin sus consecuencias metabólicas adversas, es probable que tenga un papel causal en la determinación de la probabilidad de que un individuo desarrolle depresión”, se lee en las conclusiones de la investigación publicada en el International Journal of Epidemiology.
Para llegar a esta conclusión, el grupo de 19 investigadores analizó los datos disponibles en UK Biobank, un banco de información genética que recoge datos de cerca de 500.000 personas entre los 37 y los 73 años.
Tras hacer un primer barrido de información, los investigadores encontraron que el IMC de 340.786 personas estaba disponible en la plataforma. A este gran grupo le hicieron una encuesta para determinar si tenían depresión o no. Así, se encontraron con que 48.791 participantes sufrían de depresión. El resto –291.995 personas– se convirtió en el grupo de control.
Los investigadores analizaron 73 variantes genéticas relacionadas con un IMC elevado y con un riesgo alto de enfermedades del corazón, y miraron otras 14 variantes que tienen que ver con un porcentaje más alto de grasa corporal, pero que no aumentan el riesgo de enfermedades del corazón.
Este doble análisis tenía el objetivo de diferenciar las causas fisiológicas de la depresión, con la aparición puramente psicológica de la misma. “Si bien el primer grupo podría estar vinculado a la depresión a través de mecanismos biológicos o psicológicos, solo se esperaría que este último tuviera un efecto psicológico”, explicaron los investigadores a The Guardian.
Fue así como encontraron que estar predispuesto genéticamente a tener un IMC más alto estaba relacionado con mayores riesgos de sufrir de depresión, con mayor riesgo para las mujeres.
De hecho, encontraron que por cada aumento de 4.7 puntos en el IMC, las probabilidades de depresión aumentaron en un 18% en general, y en un 23% entre las mujeres.
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